Cuanto más feliz soy, menos ganas tengo de escribir. Pero en ocasiones se me quedan frases atoradas en la garganta, como si quisieran salir, como si decirlas a mi misma no bastara. No tenemos institución alguna que nos acredite como oficialmente bloggers, solo tenemos esta necesidad de escribir y publicar. porque hasta que no aplastamos el botoncito de publicar entrada, nada se ha dicho es como quedarse uno mismo con el pensamiento atorado.
Estoy triste y las palabras me vienen una tras otra.
Estoy decepcionada. A ratos tengo ganas de hacer un inventario de notas aclaratorias por todo lo que de mi se escribió. Prefiero callar. No sé muy bien si por orgullo, vergüenza, o pereza.
O porque ya estamos grandes y los melodramas de red están pasados de moda.
El problema de querer morirte es fallar. Es como que no te alcanzó la inteligencia para hacerlo bien, y solo queda el drama y la verguenza posterior de gente que te mira con pena o con cara de interrogación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario