Supongo que a todos nos pasa, y si no, por lo menos a un grupo mayoritario, eso de sentirnos especiales, diferentes. Creer que Dios creó al resto y por separado a mí, con alguna predilección especial, aunque sea mínima pero importante.
Pensar que existe un factor x que nos separa de la gente común. No necesariamente una inteligencia superior, (aunque voluntariamente o no, este sentimiento con el tiempo se va tornando arrogancia también) sino la capacidad de razonar con una lógica distinta, como si todo fuera mas claro desde esta óptica, cual si una fuerza interior permitiese tener una objetividad extra-ordinaria.
Que todas aquellas estadísticas psicológicas, sociológicas, marketeras, entre otras, simplemente no se aplican, porque no estamos en la misma horma.
Un in-genio especial que hace que las ideas caigan, como monedita, de una manera fantástica en nuestra mente, tener la asombrosa habilidad de captar algunas cosas al instante y sin embargo no poder comunicarlo porque el resto, tan mundanos, no lo podrían entender.
Cuantas veces me convencí de tener alguna especie de madurez innata e incomprensible, que formaba una barrera intelectual entre los demás y Yo. Que mis reacciones no podían ser adivinadas ni siquiera por el mejor de los expertos, que mi desnudez no implicaría vulnerabilidad, que si lloro con una comedia romántica, seguramente es por algún motivo mucho más profundo que el resto de mujeres que salen con los ojos enrojecidos de la sala del cine.
Y de repente llega otra realidad a abofetearme, a decirme que al final no soy tan especial ni escribo tan bonito, que mis obsesiones son cualquiera, que soy parte del montón que asegura no ser parte del montón. Me veo a mi misma frágil, avergonzada con trivialidades, tratando de crear conexiones emocionales, buscando identificación con mis pares y sin encajar nunca. Fingiendo frente al mundo que uno puede ser parte cuando de antemano se sabe que es inútil. La pirámide de Maslow funcionando como una cascada de motivaciones, supliendo una a una las necesidades sin saltar escalones siquiera, todas en correcto orden, concordancia y similitud, tal como tiene que ser, como no quise que fuera, pero no hay reconocimiento, ni racionalización que separe las causas de su efecto. Es lo que hay.
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miércoles, julio 30, 2008
viernes, julio 25, 2008
De colectivos II
Cuando recién llegue a Buenos Aires una de las cosas que más me impresionaba eran los buses, ahora estoy acostumbrada al punto de que he dejado de pensar en esas pequeñas grandes diferencias que hay. Pero lo cierto es que cada vez que me faltan monedas reniego de cómo puede ser tan evidente y tan difícil de solucionar al mismo tiempo.
Y bueno, acá a los colectivos se los conoce por el número, según mi guía hay como 300 líneas, pero yo creo que en capital federal deben haber unas 150 máximo. Igual son muchas, y los recorridos son larguísimos, y no necesariamente van por las calles principales sino que culebrean por las calles mas angostas haciendo recorridos entreverados pero agradables para conocer la ciudad. Al cabo de un tiempo necesariamente uno empieza a encontrar sus preferidos, yo tomo el 60 y el 29 para todo lado.
Solo se puede pagar con monedas, a eso súmenle que hay una escasez de las mismas increíble, son el tesoro mas preciado de los peatones, y en las tiendas es muy probable que te nieguen la venta, solo para no perder el poco de cambio que tienen. No hay billetes de un peso, y abundan los de dos, eso complica un poco mas hacerse de unas pocas. Y pensar que todas están paseándose de un lado a otro de la ciudad durante el día. Pero bueno, volviendo al tema de los buses, el usuario se sube y le tiene que decir al chofer su destino o cuanto cobrarle entre 90 centavos y un peso, de acuerdo a la distancia que se va a recorrer. Luego de decidir la tarifa, se insertan las moneditas en una maquina, la misma que luego expide automaticamente el boleto, que hay que guardar, por si acaso haya revisión.
Es así que no hay cobrador colgado de la puerta que te va cantando las paradas, ni que diga inútilmente "siga, siga que atrás hay puesto".
En lo personal evito sentarme adelante, solo por el desgano que me produce tener que ceder el puesto a los pocos minutos. Ah! falta mencionar que los desgraciados solo paran en sitios determinados, puedes estar literalmente a 5 metros de la parada y pedirle que pare, que el chofer acelera a fondo y no se detiene. 3 metros, inclusive! Para mi que los migrantes encuentran su medio de venganza del argentino promedio siendo chofer de colectivo, se sienten poderosos, tratan a la maldita sea a la gente, si no les da la gana no abren la puerta de atrás para que los pasajeros desciendan y luego paran 8 cuadras mas allá obligando a la gente a caminar, se ríen para sus adentros cada vez que un incauto no ha logrado subirse y golpea con la mano la puerta de vidrio.
Pero lo mejor es que funcionan 24 horas, uno puede salir de farrear (o de hacer deberes) a las 4.30 de la mañana que siempre encontrará "el bondi" que lo lleve a casa.
Y bueno, acá a los colectivos se los conoce por el número, según mi guía hay como 300 líneas, pero yo creo que en capital federal deben haber unas 150 máximo. Igual son muchas, y los recorridos son larguísimos, y no necesariamente van por las calles principales sino que culebrean por las calles mas angostas haciendo recorridos entreverados pero agradables para conocer la ciudad. Al cabo de un tiempo necesariamente uno empieza a encontrar sus preferidos, yo tomo el 60 y el 29 para todo lado.
Solo se puede pagar con monedas, a eso súmenle que hay una escasez de las mismas increíble, son el tesoro mas preciado de los peatones, y en las tiendas es muy probable que te nieguen la venta, solo para no perder el poco de cambio que tienen. No hay billetes de un peso, y abundan los de dos, eso complica un poco mas hacerse de unas pocas. Y pensar que todas están paseándose de un lado a otro de la ciudad durante el día. Pero bueno, volviendo al tema de los buses, el usuario se sube y le tiene que decir al chofer su destino o cuanto cobrarle entre 90 centavos y un peso, de acuerdo a la distancia que se va a recorrer. Luego de decidir la tarifa, se insertan las moneditas en una maquina, la misma que luego expide automaticamente el boleto, que hay que guardar, por si acaso haya revisión.
Es así que no hay cobrador colgado de la puerta que te va cantando las paradas, ni que diga inútilmente "siga, siga que atrás hay puesto".
En lo personal evito sentarme adelante, solo por el desgano que me produce tener que ceder el puesto a los pocos minutos. Ah! falta mencionar que los desgraciados solo paran en sitios determinados, puedes estar literalmente a 5 metros de la parada y pedirle que pare, que el chofer acelera a fondo y no se detiene. 3 metros, inclusive! Para mi que los migrantes encuentran su medio de venganza del argentino promedio siendo chofer de colectivo, se sienten poderosos, tratan a la maldita sea a la gente, si no les da la gana no abren la puerta de atrás para que los pasajeros desciendan y luego paran 8 cuadras mas allá obligando a la gente a caminar, se ríen para sus adentros cada vez que un incauto no ha logrado subirse y golpea con la mano la puerta de vidrio.
Pero lo mejor es que funcionan 24 horas, uno puede salir de farrear (o de hacer deberes) a las 4.30 de la mañana que siempre encontrará "el bondi" que lo lleve a casa.
miércoles, julio 16, 2008
Comparación
Siempre me ha parecido absurdo cuando los padres insisten en que sus hijos coman todo bajo el argumento de que "hay tantos niños que se mueren de hambre en el mundo", o cuando a un chico no le gusta tal o cual prenda responden "tu siquiera tienes algo que ponerte, cuanta gente no tiene absolutamente nada".
Me parece incluso molesto, tener que compararse con los más pobres para sentirse orgulloso de lo propio. Si uno no tiene ganas o motivos para sentirse contento con su trabajo, ropa, comida, status, no debería sentirse mejor solo porque hay otros que no alcanzan a lo citado.
Sentirse bien unicamente por ser mejor que otros es igual a mirar a los que tienen más y sentirse miserable.
Me parece incluso molesto, tener que compararse con los más pobres para sentirse orgulloso de lo propio. Si uno no tiene ganas o motivos para sentirse contento con su trabajo, ropa, comida, status, no debería sentirse mejor solo porque hay otros que no alcanzan a lo citado.
Sentirse bien unicamente por ser mejor que otros es igual a mirar a los que tienen más y sentirse miserable.
domingo, julio 06, 2008
Vacíos
(The winner, the loser and the poser - Parte final)
Hubiésemos podido terminar en una tarde lluviosa, y es probable que entonces todo tuviera un poco más de sentido. Quizá yo podría reflejar lo que siento en la imagen de un cielo nublado, oscuro, frío, tempestuoso. En cambio, aquel martes fue insoportablemente caluroso. Nada es como poéticamente quisiéramos que fuera.
Una mañana como otra, con el sol iluminando en lo alto, sin que asomara una sola nube en las alturas. Un martes pintoresco y perfecto. Para hacerlo corto y en resumen: no lo vi venir. Uno no se levanta en la mañana de un día cualquiera pensando que de manera abrupta todo va a cambiar, que otro ha ganado una batalla nunca declarada, y que tú, mi Isabel, no ibas a ser más parte de mi vida, aún habiendo despertado a mi lado, contemplándome profundamente, de la manera que solo tú sabes, diciéndome sin palabras, las cosas que sólo yo, que te conozco tanto, puedo leer en esos ojos azules cuando se pierden en mi mirada; diciéndome que eras feliz, y que eras mía, y yo sin poder contestar a tu cariño. Viéndote también, pero sin alcanzar a transmitirte nada más que mi angustia, una presión en el pecho ahogándome, la imposibilidad de pedirte que te quedes por siempre a mi lado, mis silencios obligados, mi miedo a perderte. Pero perderte cualquier otro día y no necesariamente ese, no un martes soleado, sino tal vez una tarde donde el ruido de una enorme tormenta opacara el eco de mis gritos ante el vacío que dejaste.
Hubiésemos podido terminar en una tarde lluviosa, y es probable que entonces todo tuviera un poco más de sentido. Quizá yo podría reflejar lo que siento en la imagen de un cielo nublado, oscuro, frío, tempestuoso. En cambio, aquel martes fue insoportablemente caluroso. Nada es como poéticamente quisiéramos que fuera.
Una mañana como otra, con el sol iluminando en lo alto, sin que asomara una sola nube en las alturas. Un martes pintoresco y perfecto. Para hacerlo corto y en resumen: no lo vi venir. Uno no se levanta en la mañana de un día cualquiera pensando que de manera abrupta todo va a cambiar, que otro ha ganado una batalla nunca declarada, y que tú, mi Isabel, no ibas a ser más parte de mi vida, aún habiendo despertado a mi lado, contemplándome profundamente, de la manera que solo tú sabes, diciéndome sin palabras, las cosas que sólo yo, que te conozco tanto, puedo leer en esos ojos azules cuando se pierden en mi mirada; diciéndome que eras feliz, y que eras mía, y yo sin poder contestar a tu cariño. Viéndote también, pero sin alcanzar a transmitirte nada más que mi angustia, una presión en el pecho ahogándome, la imposibilidad de pedirte que te quedes por siempre a mi lado, mis silencios obligados, mi miedo a perderte. Pero perderte cualquier otro día y no necesariamente ese, no un martes soleado, sino tal vez una tarde donde el ruido de una enorme tormenta opacara el eco de mis gritos ante el vacío que dejaste.
martes, junio 24, 2008
Batallas
The winner, the loser and the poser - Parte V
Quizá el problema fuera que ninguno de ellos tuvo antes una relación semejante, en la que ambos declararan abiertamente su enfermedad. Mostrar sin disfraces sus obsesiones, culpas, carencias, y reprimidos impulsos de auto sabotaje.
Esas cosas que por lo regular se ocultan ante el temor de que el otro se asuste, se aleje, se pierda.
Pero acaso no se trata únicamente de descargas de brutal sinceridad, implica además ser vulnerable ante lo más querido, y arriesgarse voluntariamente a salir lastimado o, en el peor de los casos, herir al otro.
Insistir una y otra vez en fallidos intentos de negociar sin respuestas. Enseñar facetas inverosímiles, saber exactamente cuál es el comentario que golpeará más fuerte, buscar concientemente decepcionarlo. Y ya ni siquiera sorprenderse con una reacción masoquista de su parte; sin confundir, nada tiene que ver con sumisión, sino con aceptar el grito, la reacción violenta, la sal sobre la herida, por un impulso enfermo de permanecer, la necesidad de quedarse y seguir creyendo, en nombre del amor, de la felicidad, la ilusión hasta cuando todo este perdido.
Y es precisamente cuando el daño es demasiado, cuando se cree que no resta mucho tiempo y las esperanzas se han apagado, cuando se ha exprimido hasta la última gota de paciencia, tras cada portazo y cada grito, son aquellas despedidas sin emoción, donde se notan vestigios de verdadera pasión. Son esos besos los más honestos, por los que vale la pena volver a la carga una y otra vez y salvar batallas, aún sabiendo que la guerra se ha acabado.
Quizá el problema fuera que ninguno de ellos tuvo antes una relación semejante, en la que ambos declararan abiertamente su enfermedad. Mostrar sin disfraces sus obsesiones, culpas, carencias, y reprimidos impulsos de auto sabotaje.
Esas cosas que por lo regular se ocultan ante el temor de que el otro se asuste, se aleje, se pierda.
Pero acaso no se trata únicamente de descargas de brutal sinceridad, implica además ser vulnerable ante lo más querido, y arriesgarse voluntariamente a salir lastimado o, en el peor de los casos, herir al otro.
Insistir una y otra vez en fallidos intentos de negociar sin respuestas. Enseñar facetas inverosímiles, saber exactamente cuál es el comentario que golpeará más fuerte, buscar concientemente decepcionarlo. Y ya ni siquiera sorprenderse con una reacción masoquista de su parte; sin confundir, nada tiene que ver con sumisión, sino con aceptar el grito, la reacción violenta, la sal sobre la herida, por un impulso enfermo de permanecer, la necesidad de quedarse y seguir creyendo, en nombre del amor, de la felicidad, la ilusión hasta cuando todo este perdido.
Y es precisamente cuando el daño es demasiado, cuando se cree que no resta mucho tiempo y las esperanzas se han apagado, cuando se ha exprimido hasta la última gota de paciencia, tras cada portazo y cada grito, son aquellas despedidas sin emoción, donde se notan vestigios de verdadera pasión. Son esos besos los más honestos, por los que vale la pena volver a la carga una y otra vez y salvar batallas, aún sabiendo que la guerra se ha acabado.
lunes, junio 16, 2008
Celos
(The winner, the loser and the poser - Parte IV)
Me dices, algo irritado, que temes que otro hombre pudiera llamar mi atención, conseguir mi cariño y alejarme de tu vida. Mientes.
Las astucias de la seducción tienen preliminares más complicados que un simple acercamiento de un posible extraño, una tarde cualquiera, en un sitio repleto de gente. La misma gente que casi siempre aborrece estar aislada, por eso resalta tanto mi presencia, solitaria entre la multitud.
Sin embargo, eso no justifica tus palabras. Sabes bien que tú no te acercarías a mí, si acaso te conviertes por un segundo en el extraño. Ese es el verdadero miedo.
Cuantas veces has podido mirar con desdén el interior de una cafetería, sin saber que adentro podría estar, sola también, esperando, la mujer que pudo hacerte feliz. Cuántas veces pudiste cruzar la mirada con aquella que siempre buscaste, sin atreverte a hablar por temor a equivocarte, y seguiste de largo tratando inútilmente de olvidar su rostro para siempre. Cuantas veces.
Me dices, algo irritado, que temes que otro hombre pudiera llamar mi atención, conseguir mi cariño y alejarme de tu vida. Mientes.
Las astucias de la seducción tienen preliminares más complicados que un simple acercamiento de un posible extraño, una tarde cualquiera, en un sitio repleto de gente. La misma gente que casi siempre aborrece estar aislada, por eso resalta tanto mi presencia, solitaria entre la multitud.
Sin embargo, eso no justifica tus palabras. Sabes bien que tú no te acercarías a mí, si acaso te conviertes por un segundo en el extraño. Ese es el verdadero miedo.
Cuantas veces has podido mirar con desdén el interior de una cafetería, sin saber que adentro podría estar, sola también, esperando, la mujer que pudo hacerte feliz. Cuántas veces pudiste cruzar la mirada con aquella que siempre buscaste, sin atreverte a hablar por temor a equivocarte, y seguiste de largo tratando inútilmente de olvidar su rostro para siempre. Cuantas veces.
miércoles, junio 04, 2008
La otra
(The winner, the looser, and the poser - Parte III)
Fernando está profundamente enamorado de Isabel. Todo relato debe comenzar con una certeza seguida de un punto seguido. A veces se atreve a decírselo, bajito al oído, susurrando apenas. Te quiero. Te quiero. Solo a veces.
Fernando es el amante de Isabel, pero eso el lector no lo puede predecir aún, es necesario destacar el hecho, aunque no explique nada, todavía. Y aunque habrá quien advierta algo de misterio, es poco probable adivinar el adulterio.
Hoy otra mujer amanece junto a él, aire compartido, alientos fatigados, una mujer totalmente distinta a la que ama, portadora de una oscura cabellera que lo inunda todo y se extiende sobre las almohadas. Por ahora es imposible conocer o entender cuáles son los motivos que llevan al protagonista a traer otra a su cama, no bastará con decir que son equivocados.
Y ahora aprovechando nuestra distracción en esos detalles, esta otra mujer, sin nombre ni rostro, se ha levantado sin ser vista y pasea desnuda por la habitación, no ha amanecido todavía, desliza inocente sus caderas descubiertas por cada rincón de la pieza, hurgando sin querer, o tal vez queriendo, encuentra las pruebas, rezagos que toda relación significativa va dejando en el tiempo.
- No toques eso. - Casi como un ladrido, agresivo Fernando desde las sábanas, su molestia es real, pero no se ha despertado lo suficiente para notarlo.
- ¿Es tu novia? -pregunta con una curiosidad disfrazada de sorpresa mientras aun sostiene la foto entre los dedos.
- Que dejes.
- Dejo, pero tu responde, dime, ¿dónde está ella ahora?
- Ella vendrá, algún momento volverá.
- Ah, entiendo, la engañas conmigo mientras dure su ausencia, digamos, como para ganar tiempo, o acaso sobrellevarlo con alguna gracia. -No hay un mínimo de sarcasmo en sus preguntas.
- No la engaño.
- Oh... - es aquí donde podría arquear levemente la ceja, pero hemos dicho ya que esta otra no tiene rostro- no la engañas, nosotros, anoche, la semana anterior y también hace dos semanas, somos ficción, fantasmas inexistentes.
- No la engaño –Fernando está repitiendo sus respuestas cual si hablara con su propia sombra- me miento a mí, creyendo que estaremos a mano, que durmiendo contigo mi orgullo no se sentirá lastimado.
- Y luego ella vendrá... (acaso también se irá, todas nos vamos)
Solo Isabel tiene forma. Tiene los ojos celestes y el cabello ensortijado.
Fernando no vuelve a pronunciar palabra, lo único que puede ocupar su mente ahora son las funestas despedidas sin promesas de retorno, y en cada adiós él convenciéndose de que aún hay esperanza, que el amor existe, solo no se lo ha permitido quedarse. Palabras susurradas entre sueños. Cariños dichos al oído que nunca fueron escuchados. Sonidos lejanos, como el agua que ahora cae en la bañera, y debajo, la mujer desnuda que hasta hace poco paseaba por la pieza revolviendo algo mas que fotos y recuerdos.
Fernando está profundamente enamorado de Isabel. Todo relato debe comenzar con una certeza seguida de un punto seguido. A veces se atreve a decírselo, bajito al oído, susurrando apenas. Te quiero. Te quiero. Solo a veces.
Fernando es el amante de Isabel, pero eso el lector no lo puede predecir aún, es necesario destacar el hecho, aunque no explique nada, todavía. Y aunque habrá quien advierta algo de misterio, es poco probable adivinar el adulterio.
Hoy otra mujer amanece junto a él, aire compartido, alientos fatigados, una mujer totalmente distinta a la que ama, portadora de una oscura cabellera que lo inunda todo y se extiende sobre las almohadas. Por ahora es imposible conocer o entender cuáles son los motivos que llevan al protagonista a traer otra a su cama, no bastará con decir que son equivocados.
Y ahora aprovechando nuestra distracción en esos detalles, esta otra mujer, sin nombre ni rostro, se ha levantado sin ser vista y pasea desnuda por la habitación, no ha amanecido todavía, desliza inocente sus caderas descubiertas por cada rincón de la pieza, hurgando sin querer, o tal vez queriendo, encuentra las pruebas, rezagos que toda relación significativa va dejando en el tiempo.
- No toques eso. - Casi como un ladrido, agresivo Fernando desde las sábanas, su molestia es real, pero no se ha despertado lo suficiente para notarlo.
- ¿Es tu novia? -pregunta con una curiosidad disfrazada de sorpresa mientras aun sostiene la foto entre los dedos.
- Que dejes.
- Dejo, pero tu responde, dime, ¿dónde está ella ahora?
- Ella vendrá, algún momento volverá.
- Ah, entiendo, la engañas conmigo mientras dure su ausencia, digamos, como para ganar tiempo, o acaso sobrellevarlo con alguna gracia. -No hay un mínimo de sarcasmo en sus preguntas.
- No la engaño.
- Oh... - es aquí donde podría arquear levemente la ceja, pero hemos dicho ya que esta otra no tiene rostro- no la engañas, nosotros, anoche, la semana anterior y también hace dos semanas, somos ficción, fantasmas inexistentes.
- No la engaño –Fernando está repitiendo sus respuestas cual si hablara con su propia sombra- me miento a mí, creyendo que estaremos a mano, que durmiendo contigo mi orgullo no se sentirá lastimado.
- Y luego ella vendrá... (acaso también se irá, todas nos vamos)
Solo Isabel tiene forma. Tiene los ojos celestes y el cabello ensortijado.
Fernando no vuelve a pronunciar palabra, lo único que puede ocupar su mente ahora son las funestas despedidas sin promesas de retorno, y en cada adiós él convenciéndose de que aún hay esperanza, que el amor existe, solo no se lo ha permitido quedarse. Palabras susurradas entre sueños. Cariños dichos al oído que nunca fueron escuchados. Sonidos lejanos, como el agua que ahora cae en la bañera, y debajo, la mujer desnuda que hasta hace poco paseaba por la pieza revolviendo algo mas que fotos y recuerdos.
jueves, mayo 29, 2008
Encuentro
(The winner, the loser and the poser - II)
Cinco minutos antes de la hora acordada él ya se ha sentado a esperarla, y apenas un momento después puede ver su silueta a contra luz entrando por la puerta, pero si aun no la viera, la hubiera reconocido por el singular sonido de sus tacos sobre el piso de madera. Lo saluda con un beso suave que no toma mas que un par de segundos, son suficientes para sentir ese aroma cítrico que no solo percibe con su olfato sino que se instala en cada uno de sus sentidos y hasta le provoca salivar por su intensidad, se sientan uno frente al otro, y sonríen sin hablar, para qué arruinar la ocasión con cosas triviales como el tráfico, el clima, el centro o los precios. Ella pide un chocolate caliente y él solo un expreso, la orden es lo que menos interesa sino tenerse el uno al otro.
Es imposible no advertir el modo protector con que él acaricia su mano, jugando con sus dedos que se escapan y regresan una y otra vez, ella mientras tanto mantiene la mirada fija en su rostro, le resulta agradable ese aspecto de galán de revista, que casi nunca atina, sino solo cuando lleva un día sin afeitar, si por ella fuera en ese mismo sitio se lanzaría a besarlo apasionadamente, dejándose llevar por sus instintos y quizá arrastrarlo hacia algún rincón oscuro, si el tiempo no pasara tan deprisa.
La siguiente hora conversan sobre el fin de semana, hacen planes para escapar lejos de todo, encontrarse en un lugar donde nada mas importe y puedan pasar instantes eternos en compañía uno del otro. Exactamente como ahora, quizá con la única diferencia de que este momento tienen que conformarse con el roce de sus piernas por debajo de la mesa, y el tacto de sus dedos entrelazándose.
Cinco minutos antes de la hora acordada él ya se ha sentado a esperarla, y apenas un momento después puede ver su silueta a contra luz entrando por la puerta, pero si aun no la viera, la hubiera reconocido por el singular sonido de sus tacos sobre el piso de madera. Lo saluda con un beso suave que no toma mas que un par de segundos, son suficientes para sentir ese aroma cítrico que no solo percibe con su olfato sino que se instala en cada uno de sus sentidos y hasta le provoca salivar por su intensidad, se sientan uno frente al otro, y sonríen sin hablar, para qué arruinar la ocasión con cosas triviales como el tráfico, el clima, el centro o los precios. Ella pide un chocolate caliente y él solo un expreso, la orden es lo que menos interesa sino tenerse el uno al otro.
Es imposible no advertir el modo protector con que él acaricia su mano, jugando con sus dedos que se escapan y regresan una y otra vez, ella mientras tanto mantiene la mirada fija en su rostro, le resulta agradable ese aspecto de galán de revista, que casi nunca atina, sino solo cuando lleva un día sin afeitar, si por ella fuera en ese mismo sitio se lanzaría a besarlo apasionadamente, dejándose llevar por sus instintos y quizá arrastrarlo hacia algún rincón oscuro, si el tiempo no pasara tan deprisa.
La siguiente hora conversan sobre el fin de semana, hacen planes para escapar lejos de todo, encontrarse en un lugar donde nada mas importe y puedan pasar instantes eternos en compañía uno del otro. Exactamente como ahora, quizá con la única diferencia de que este momento tienen que conformarse con el roce de sus piernas por debajo de la mesa, y el tacto de sus dedos entrelazándose.
sábado, mayo 24, 2008
Post resagado
De esas cosas que uno dice, "ah, lo tengo que postear" pero se lo deja para cuando haya tiempo y total los días pasan y ya el tema pierde vigencia.
Vieron, eso de que el sabado 17 de mayo hubo un concierto en Buenos Aires, organizado por la fundación ALAS pro niños y que fue gratis y hubieron 160mil personas?
Se presentaron (mencionando solo los de renombre, porque hubieron muchos que nadie tenía idea de donde salieron y por qué estaban) Paulina Rubio, Alejandro Lerner, AirBag, Calle 13, Gustavo Cerati, Fito Paez, Alejandro Sanz, Shakira, Mercedes Sosa. Y bueno, yo estuve ahi, cerquita, a pocos metros del escenario. Son las cosas buenas de ahora vivir aca.
Algunas de las fotos, obviamente, en mi flickr.
Segundo, el tema de lo del escudo nacional, yo no sé como estará la polemica con el asunto en Ecuador, aca poco o nada suena, maximo las cadenas de mails entre amigos, me llegó este gráfico, me rei mucho. Estoy en obvio desacuerdo, pero mas alla de las causas y razones que ya fueron analizadas donde Guillermo, Ludo y Major, yo pongo la imagen que me causó gracia.

Pero si quiere ponerse serio, acá hay un post que habla de cosas mas importantes.
También estuve viendo que el blog ya tiene 42 meses, y de repente 42 meses me sonó a mucho tiempo, considerando que ha habido grandes temporadas de baja frecuencia, pero todos los meses he puesto algo. y bueno... según las estadisticas, nos sigue yendo medianamente bien, Pero acaso aún hay gente que se fija en los números.
Asi que, para terminar con el conjunto de trivialidades, esta semana acabo el primer bimestre, se concluye la primera cuarta parte del MBA, es un metodo de evaluación raro, una sola prueba determina si apruebo o no el módulo. Si es que lo paso, me voy a premiar con un curso de francés. Se nos viene encima el invierno, se estará informando al respecto.
Vieron, eso de que el sabado 17 de mayo hubo un concierto en Buenos Aires, organizado por la fundación ALAS pro niños y que fue gratis y hubieron 160mil personas?
Se presentaron (mencionando solo los de renombre, porque hubieron muchos que nadie tenía idea de donde salieron y por qué estaban) Paulina Rubio, Alejandro Lerner, AirBag, Calle 13, Gustavo Cerati, Fito Paez, Alejandro Sanz, Shakira, Mercedes Sosa. Y bueno, yo estuve ahi, cerquita, a pocos metros del escenario. Son las cosas buenas de ahora vivir aca.
Algunas de las fotos, obviamente, en mi flickr.
Segundo, el tema de lo del escudo nacional, yo no sé como estará la polemica con el asunto en Ecuador, aca poco o nada suena, maximo las cadenas de mails entre amigos, me llegó este gráfico, me rei mucho. Estoy en obvio desacuerdo, pero mas alla de las causas y razones que ya fueron analizadas donde Guillermo, Ludo y Major, yo pongo la imagen que me causó gracia.

Pero si quiere ponerse serio, acá hay un post que habla de cosas mas importantes.
También estuve viendo que el blog ya tiene 42 meses, y de repente 42 meses me sonó a mucho tiempo, considerando que ha habido grandes temporadas de baja frecuencia, pero todos los meses he puesto algo. y bueno... según las estadisticas, nos sigue yendo medianamente bien, Pero acaso aún hay gente que se fija en los números.
Asi que, para terminar con el conjunto de trivialidades, esta semana acabo el primer bimestre, se concluye la primera cuarta parte del MBA, es un metodo de evaluación raro, una sola prueba determina si apruebo o no el módulo. Si es que lo paso, me voy a premiar con un curso de francés. Se nos viene encima el invierno, se estará informando al respecto.
miércoles, mayo 14, 2008
Fernando - (The winner the loser and the poser)
Fernando es de esos hombres insufribles, cómo explicarlo, digamos por ejemplo, Fernando es de aquellos que no soportaría jamás pasar un 14 de febrero solo, se tiraría a la primera que se le cruce en el camino, pero claro ninguna prostituta, no se trata de conseguir una presa fácil ni de engañar a una adolescente, no, Fernando buscaría seducir a una mujer que implique algo más de creatividad, lo irónico es que su estrategia consiste en decir cualquier idiotez sacada de un libro de poemas. Maestro del plagio, haciendo suyo lo ajeno, obteniendo rédito por ello. Se siente un ganador. Nada mejor que el olor del autoengaño en las mañanas.
Yo en cambio, soy de aquellas que prefieren cubrirse hasta la nariz con las cobijas en san valentín y no por depresión sino por evitar ver a ese angelito semidesnudo que anda lanzando flechas por todo lado. Sin embargo es una elección complicada, corro el riesgo de ser del montón que creen que no son parte del montón.
No sé bajo qué pretexto terminamos cruzando nuestros caminos a mediados de diciembre. Las circunstancias no pudieron ser más evidentes: yo iba de ventanilla en ventanilla en el registro civil por un engorroso trámite que estaba terminando con la poca paciencia que tengo, y él paseaba tranquilo por los patios de la dependencia pública, vaya tipo, que lugar para pasear, aún ahora creo que estaba buscando alguna chica, pero no lo puedo adivinar. Para no entrar en detalles, terminó por encontrarme, aunque estoy segura que lo que halló en mi era lo que menos intentaba.
Creo que nuestra relación funciona, porque no nos importa alcanzar un ideal de felicidad, y eso resulta tranquilizante y divertido. Un día, Fernando salía de casa y en un tropiezo desequilibró su alineación planetaria, desde entonces todo le sale mal. Él puede hacer un verdadero festejo de sus miserias, su sarcasmo se pierde en un límite de dudosa credibilidad, y el gozo es tan real y falso al mismo tiempo que me revuelve el estómago.
A veces me doy cuenta que no distingue entre lo que ve y lo que inventa; una mañana me propone encontrarnos en un barrio sin darme detalles, creyendo que el verdadero amor, el destino o la suerte nos juntará, yo le digo que no sea cursi y le deje esos juegos a Cortázar que los escribió primero, entonces me mira inocente, confundido, dudando, apenado. Y es ahí que uno no sabe si insultarlo por ridículo o abrazarlo tiernamente y hablarle bajito, susurrando cariños imperceptibles.
Yo en cambio, soy de aquellas que prefieren cubrirse hasta la nariz con las cobijas en san valentín y no por depresión sino por evitar ver a ese angelito semidesnudo que anda lanzando flechas por todo lado. Sin embargo es una elección complicada, corro el riesgo de ser del montón que creen que no son parte del montón.
No sé bajo qué pretexto terminamos cruzando nuestros caminos a mediados de diciembre. Las circunstancias no pudieron ser más evidentes: yo iba de ventanilla en ventanilla en el registro civil por un engorroso trámite que estaba terminando con la poca paciencia que tengo, y él paseaba tranquilo por los patios de la dependencia pública, vaya tipo, que lugar para pasear, aún ahora creo que estaba buscando alguna chica, pero no lo puedo adivinar. Para no entrar en detalles, terminó por encontrarme, aunque estoy segura que lo que halló en mi era lo que menos intentaba.
Creo que nuestra relación funciona, porque no nos importa alcanzar un ideal de felicidad, y eso resulta tranquilizante y divertido. Un día, Fernando salía de casa y en un tropiezo desequilibró su alineación planetaria, desde entonces todo le sale mal. Él puede hacer un verdadero festejo de sus miserias, su sarcasmo se pierde en un límite de dudosa credibilidad, y el gozo es tan real y falso al mismo tiempo que me revuelve el estómago.
A veces me doy cuenta que no distingue entre lo que ve y lo que inventa; una mañana me propone encontrarnos en un barrio sin darme detalles, creyendo que el verdadero amor, el destino o la suerte nos juntará, yo le digo que no sea cursi y le deje esos juegos a Cortázar que los escribió primero, entonces me mira inocente, confundido, dudando, apenado. Y es ahí que uno no sabe si insultarlo por ridículo o abrazarlo tiernamente y hablarle bajito, susurrando cariños imperceptibles.
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