Durante algunas semanas he indagado acerca de mi comportamiento como amiga, tratando de descifrar la causa de algo que me ocurre. Creo que hoy lo descubrí.
El tema es así: tengo este amigo que es muy inteligente, que es buena gente, escribe lindo, cuando nos sentamos a conversar coincidimos en muchas cosas, nuestros diálogos fluyen rápido, y encima me tiene cariño.
Pero yo no puedo leerlo, lo he agregado y borrado de mis feeds, cual novia histérica, repetidamente. Me llego a cuestionar qué sucede conmigo. Estoy segura que él tampoco me lee, pero para mí no leerlo, no es nomás cualquier cosa, estamos hablando de su oficio y profesión, estamos hablando de mi amigo escritor.
Y sus cuentos y novelas son bellísimos, pero sus posts no me dejan pasar de la primera línea sin fruncir el entrecejo y cerrar la página. Pienso que la razón es la siguiente: Tiene un delirio de crítico constante. Lo cual podría no ser tan malo, mi problema está en que, aún cuando él dice que no es cierto, no soporta, no acepta y además se indigna con las críticas que recibe.
Dice que le da igual y se ríe de aquellos que le prestan la suficiente atención como para criticarlo (y eso está muy bien:
"que ladren Sancho, es señal que caminamos"), pero se nota que su risa es falsa y que esconde enojo. - lo cual, dicho sea de paso, tampoco es malo, ya que es muy humano, yo misma reacciono mal ante las críticas y me fastidio cuando veo alguien hablando mal de mi, (otra señal de nuestras coincidencias) aunque yo reacciono diferente, pero esa es una cuestión de carácter. -
Constantemente lo leo criticando un libro, una novela, un discurso político, una noticia, una película, dueño absoluto de qué es lo que está bien y lo que está mal, por qué vale la pena leer a tal autor y por qué los jueces de tal premio han cometido un error.
Para seguir en este ritmo de error y justificación, aclaro que si bien me molesta esa facilidad con la que los críticos se creen que tienen el mejor gusto en el mundo y que son dueños de la verdad, entiendo al mismo tiempo cómo se desarrolla. El escritor cuando no está escribiendo, está leyendo, comparando puntos de vista, y es inevitable tender hacia ciertos criterios, siempre sesgados por nuestras propias creencias.
Yo, que escribo poco, que el 90% de mis delirios e intentos quedan en borradores en etapa de reposo para luego ser cruelmente mutilados por mi propio álter ego vestido de
editor en perspectiva, también tiendo a
editar mentalmente los textos de los otros. Así que de lejos, pero algo entiendo que esta costumbre se convierte en algo incontrolable.
Este post no llega a un punto en concreto, solo me sirve de catarsis, me preocupaba pensar en la contradicción de que me resulte terrible leer los pensamientos de alguien a quien yo considero alguien coherente cuando habla, inteligente cuando opina y brillante cuando escribe. Y la razón está en su propia contradicción. Y eso es todo.
Y por supuesto, la intención es obvia, también me sirve como propia medicina para taparme la boca. Al criticar a un crítico que no acepta las críticas tal como yo no acepto las que me hacen, y creerme esta justificación como
mi verdad; al hacer lo mismo que critico, siendo que lo que critico es que otro critique, me doy cuenta de que es muy fácil mirar la paja ajena, y que no estoy libre de ese pecado como para caerle a piedrazos.