Somos tan distintos.
Mientras le pido por séptima vez que saque la basura, él piensa "por qué me lo dice tantas veces si ya la voy a sacar más tarde?". Y yo pienso "por qué no saca a la primera que le pido y así yo no tendría que joder 6 veces más en las últimas 14 horas".
Pequeñas diferencias.
El otro día en medio de una discusión estaba tan alterada que interrumpí un momento el exabrupto y entré al baño para pensar bien. La diferencia es que la pausa me sirve para agarrar fuerza e impulso en los argumentos. Para él ya había finalizado. Al salir ya no había pelea que seguir.
Y a propósito de la basura, el trabajo de sacarla no termina hasta que se ha colocado una nueva bolsa de reemplazo en el basurero. Advertidos están.
Una aprende que la ropa sucia ya no se coloca en el canasto de la ropa sucia sino en el sector que rodea al canasto de la ropa sucia. Y con estos aprendizajes nos vamos adaptando a no joder por cosas sin importancia, a elegir nuestras batallas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario