Nube de Tópicos frecuentes

viernes, agosto 26, 2005

Fin de Temporada


Mientras unos regresan, otros cierran el kiosco. Yo simplemente me tomo unas vacaciones.

No podré postear durante un par de semanas, puesto que por una operación que ya mencioné anteriormente estaré en reposo.
Lo bueno es que voy a aprovechar para lanzar al aire la nueva versión de mi blog.

Sueños y Cuentos Versión 2.0

Ya tengo la idea clara en mi mente, ahora solo falta programarla :S pero por suerte tengo quien me colabore ;)

Pensaba hacer el rediseño y relanzamiento a fin de año, pero aprovechando estas vacaciones forzadas, pues creo q es buen momento.

Así­ que esta es la despedida, a este template de blogger, gracias por los buenos deseos, extráñenme que en unos 15 dí­as ya regreso, y mientras sigan comentando en el post anterior q es uno de los que mas me gusta :D

lunes, agosto 22, 2005

Desconocidos

Breve instante de reconocimiento, quien soy, donde estoy, que dí­a es hoy..
Abres los ojos y los cierras de inmediato hasta que la luz se acople a tu visión.
Los abres de nuevo...

Primer pensamiento? Seguro algo absurdo relacionado con el sueño interrumpido hace un momento por la mañana que te obligo a despertar.
Siguiente pensamiento?, caben muchas hipótesis para cada persona, pero digamos que es algo mas racional y analí­tico... quizá esa reunión que tienes en la gerencia después de un par de horas. Te preguntas nuevamente que habrás hecho, a que se debería ese llamado.

- Señor Rodríguez, le agradecerí­a presentarse al despacho del señor gerente a las 8 en punto de la mañana. Que tenga buena tarde.

Cierras tus ojos, te das a vuelta en la cama, cuantos dí­as faltan para el sabado, ya es miércoles, solo un poco más.

De repente la ves, no habí­as reparado en su presencia hasta este instante, su respiración es tranquila y rí­tmica, descansa a tu lado, por mas que tratas no logras recordar como llegó a tu cama.

Quién es esa chica de largos cabellos ondulados y rubios, que poco a poco se enredan en tus brazos. Que hace ahí­, entre tu colchón y tus cobijas.
Te levantas despacio, calladamente para no despertarla, no quieres pasar por la embarazosa situación de despertarla, y que ella te hable de algo que tu no logras recordar.

La miras, es joven y tiene la piel bronceada, es delgada, labios finos, bastante atractiva... no te atreves a mirar su cuerpo, un extraño pudor se apodera de ti, casi sin respirar te alejas un poco, viendo la escena hasta parece una pelí­cula, algo q no te deberí­a estar pasando, se hace tarde, deberí­as estar ya a la ducha, luego un viaje de 40 minutos de atravesar la ciudad, si es que quieres llegar temprano a la cita con el gerente "las 8 en punto Señor Mario Rodrí­guez" repites en tu mente.

Pero como dejar esta desconocida en tu cama, en tu cuarto, en tu casa. Cierras los ojos en un inútil esfuerzo por recobrar los recuerdos del dí­a pasado, salir de la oficina, tomar el autobus,

paf! Ella se mueve y hace un leve ruido, tus ojos se abren, sientes miedo, estas seguro solo mientras ella siga dormida.

Bañarte, lo que necesitas es un baño, seguro luego las ideas se irán aclarando solas. Además ya es tarde, no puedes hoy llegar atrasado al trabajo, la verdad es que siempre llegas temprano, tu historia laboral no tiene mancha... pero hoy la angustia se apodera de ti, el nerviosismo de llegar a tiempo, será la voz fúnebre, voz de contestador, la secretaria del gerente parecí­a saber de que se trataba cuando dijo su ultima frase "Que tenga buena tarde"

Ella sigue allá­, acostada a lo largo del colchón y se podí­a sentir su respiración, el reposo de sus cabellos sueltos con violencia en la almohada como si en lugar de dormir ella estuviese descansando con los ojos cerrados luego de una discusión terrible.

Sientes en el aire el rumor de sus pensamientos quietos, en la luz el presagio de un día extraño y en la cama los ciento sesenta centí­metros de esa mujer que respira profundamente, levantando con cada bocanada de aire las sabanas inquietas al ritmo del vaivén de su pecho.

Te diriges al baño y enciendes la luz para despejar las tinieblas de tus sueños rezagados.
Ya en la ducha el agua cae tibia sobre tu cabeza, te enfría las ideas y trae de nuevo los recuerdos, apagar la computadora, apagar la luz, salir de la oficina, tomar el bus...

No, no alcanzaste a tomar el bus, de repente sentiste el dolor y la sorpresa de un tirón en el brazo, ese tipo que te metió a la fuerza en un taxi, nadie en la calle se dio cuenta.

El mismo tipo que con un golpe certero en la nuca te impidió verle a los ojos, y apenas si escuchaste que balbuceo unas palabras al conductor. El dolor era insoportable.

No quería robarte, no aceptó tu dinero, ni quiso hacer trato alguno, lo que quería era tu vida y después de varios insultos a ti y a tu madre, la tomó con un disparo opacado, lo sentiste como un golpe seco debajo del costado derecho, un frí­o recorrió tu cuerpo mientras lo amortiguaba. Apenas si escuchabas sus pasos alejarse.

El reloj marcó las 8.30 cuando ella despertó, sus ojos se abrieron de repente y un estremecimiento recorrió su cuerpo, sintió su aroma, su sudor, como si Mario no hubiera muerto días antes, como si hubiese pasado la noche con ella.
No se atrevió a llorar siquiera, es que lo sentí­a tan cerca, se levantó de prisa y empezó un nuevo día, tomó un baño de prisa y se alistó al trabajo, tení­a una reunión temprano en la Gerencia. Se vio obligada a tomar un taxi, hoy no podí­a llegar atrasada.

domingo, agosto 21, 2005

Facts of my life

  • Ayer descubrí­ que 7 cervezas es mi dosis adecuada.

  • Se oyen rumores que el banco en que trabajo cerrará, y cada vez me preocupa menos, estoy tan decepcionada, tan frustrada. Y los nuevos jefes no hacen más que actuar como si quisieran que todo se acabe. O acaso será ese su encargo y misión?

  • Personalmente creo que hay una época para cada libro, creo que si hubiera leí­do "el Lobo estepario" cuando leí­ "Damián" hubiese pensado que no habí­a nada mas real, nada mas preciso para describir sentimientos, nada tan personal. Pero lo leí­ después de superada aquella fase de mi adolescencia, y me pareció un libro mal contado y con un final terriblemente malo. Adoro Rayuela, definitivamente es parte de mi Top Ten en libros, pero si lo lees y no te gusta, no culpes al libro de ser malo, simplemente creo que esta no es tu época para leerlo.

  • Me gusta la salsa, se me mueven los pies, la cadera y hasta levemente los hombros, bailando apenas si logro no perderme, lo hago mediocremente, sin embargo creo yo q cuando bailo mi alegrí­a es tanta, mi risa tan sincera, que en cada intento por hacerlo bien, se nota que me apasiona.

  • No podrí­a hacer una lista de las cosas que mas me gustan, se me pasarí­an algunas, quedarí­a inconclusa, llegarí­a al punto superficial, pero confieso que una de las cosas que debieran estar en la lista, es dormir sin ropa, que cada parte de mi cuerpo desnudo pueda sentir las sabanas cubriéndome; y eso es una de las pocas cosas que el clima de mi lindo Quito, me impide hacer con frecuencia.

  • Tengo una facilidad terrible para caer mal a las personas. A primera vista. Al segundo intento, ya tengo mejores probabilidades de llegar a ser querida.

jueves, agosto 18, 2005

Lluvia

Me gustan los dí­as frí­os, amanecer con lluvia, constatar que mi piel aún cubre mis huesos y que aún no he muerto de un congelamiento.

Me gusta caminar sin paraguas y sentir esa gotita de agua que cae por mi nariz, ver a la gente caminando por las calles, todos encorbados, mirando al piso, comparando sus zapatos.

Mas que nada me gustan las tardes frí­as, en las que una taza de café bien cargado es mi solución para calentarme.

Me gustan las noches frí­as, para tener un pretexto de acostarme temprano, y acurrucarme bajo mis sábanas, que mis 8 cobijas me abriguen mientras duermo.

Me gusta la lluvia, la lluvia q moja todos los cuerpos, como un carnaval en el cielo, sin distinción de niños o mujeres embarazadas.
--

y bueno,
Los últimos escritos, que incluyen a este y al próximo, son producto de la limpieza de mis cajones, encontré algunas hojas con textos de hace tiempos, arrojé a la basura la gran mayorí­a pero me he quedado con estos pocos q tienen algo que me sigue gustando.

Creí­ necesaria la aclaración, puesto que me sirvió para darme cuenta como he cambiado, cambié mi estilo de escritura, cambié mi manera de ser, de vestirme y de pensar.

Con cierta vergüenza debo confesar que con el tiempo dejó de gustarme la lluvia, aunque aún me gusta esa sensación del agua cayendo en lí­nea recta desde mi cabello hasta mi nariz. Que no soporto la idea de levantarme con lluvia, porque al rato de vestirme, se convierte en un problema abrigarme lo suficiente.

Que ahora disfruto las tardes de sol, en las que pueda sentarme y sentir como poco a poco mi ropa se calienta y ese calor llega hasta mis huesos, y ver fascinada que mi cabello es mucho más rojo y brilla ante los ojos del resto.

Difícilmente puedo ahora acostarme temprano, las múltiples ocupaciones me impiden hacerlo, haga el clima q haga, lo cual es doloroso para mi cuerpo, es que me he vuelto tan delgada que el frí­o cala muy hondo. Ya no duermo bajo 8 cobijas.

Será q he crecido, que he cambiado mucho, o será¡ que simplemente me pasé al lado de la luz, y esas escenas llenas de niebla y oscuridad, ya no son de mi total encanto. Que pena por todo lo atrás dejado, pero así­ nos toca a algunos.

lunes, agosto 15, 2005

Andrés

Él tenia 8 añ±os, yo apenas 4, es curioso como a veces podemos recordar algunas cosas así­, tan claramente pese a los pocos años.

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Se le habí­a dañado un cassette de audio, me llamó a que lo ayudara, dijo "pon el dedo así­" mientras yo erguí­a el í­ndice, y se lo mostraba. "Sólo ten la cinta aquí­ mientras la arreglo"
Lo cierto es que no pude, no sé por qué, ahora me parece algo tan sencillo y sin embargo no pude seguir tan simple orden, o quizá él no pudo arreglar la cinta, no sé.

"Yo querí­a un hermano, y no a ti" "yo no querí­a que nacieras mujer" cada grito y cada insulto me herí­an y provocaban lágrimas. Corrí­ hacia mi habitación, pero me siguieron sus verdades, "Adoptada, recogida, no te quiero, adoptada"

Yo aprendí­ a ser reciproca a su odio, empecé a detestarlo, cada vez que me maltrataba con una sonrisa hipócrita, cada vez que mentí­a a mi madre para salirse con la suya, cada vez que me correteaba por la casa o escondí­a alguno de mis tesoros infantiles. Y entonces fui yo la que le gritaba que deseaba el nunca hubiese nacido.

Pero el odio me duraba poco, porque era ese mismo que me hací­a llorar cada tarde aquel que me daba leves señas de cariño.

Y recuerdo con orgullo aquella vez que fui a la escuela con mi abrigo amarillo, de Abelardo de "plaza-sésamo", y un niño se burló llamándome "pajarraco"; mi hermano lo siguió corriendo por los pasillos, lo agarró muy fuerte y lo calló a golpes. Cuando regresó donde yo estaba, no dijo mas que un "ya no va a molestarte"

A pesar de esas pequeñas cosas nunca dejó de gritarme, y decirme que le estorbaba.

Tengo la impresión de que hubo un momento, que no puedo precisar en mis recuerdos, en que el cambió de repente, su mirada en las fotos cambió y se hizo tosco, hasta un poco malo podrí­a decirse.
Supongo que la separación de nuestros padres nos afecto de distintas maneras, a mi me hizo introvertida y a él un tanto malvado, una extrema dureza que nunca hasta ahora traté de comprender.

Sus golpes, los insultos, los sustos, sus ganas de verme llorar, lo hacia por puro gusto, o quizá en verdad me hubiese preferido hermano y no hermana.

Años mas tarde, él volvió, regreso su alma buena, aquel que tuvo gran culpa en que yo creciera susceptible al maltrato, con la autoestima destrozada. Fue el mismo quien se rompió los nudillos de la desesperación al tratar de rescatarme cuando me halló encerrada en un cuarto, sintiéndome prisionera injustamente.

Y fue él, quien botella en mano, acompaño mi primera decepción amorosa. Él quien en la noche sentado sobre mi cama, me contaba mentiras q yo no creí­a, pero me gustaba escuchar. Los golpes quedaron atrás, ahora una extraña complicidad nos uní­a. Se habí­a enamorado.

No lo vi cuando se fue de casa, la ultima noche escuché los gritos desde mi habitación, pero sin salir de ella. No supe de él durante semanas, hasta que una noche lo vi caminando por la calle, con su mochila a cuestas y un saco blanco que yo guardaba escondido en mi armario. Supe que estaba bien, porque hasta tuvo tiempo de rebuscar mis cajones, para no perder la costumbre.

Con el pasar de algunos meses, casi un año, mi madre perdonó sus faltas y Andrés se convirtió en una visita cotidiana. Luego yo me fui, en otras circunstancias, me alejé. Ha pasado tanto tiempo, nos vemos para almorzar, para conversar, aunque ya no hay canciones nocturnas, ni coca cola y tabaco compartidos.

A veces recuerdo todo lo malo que hizo, siento rabia, nunca sabré si su comportamiento es del tí­pico hermano.

He aprendido a verlo de manera distinta, poco a poco me di cuenta de algo que nunca traté de entender, no vi que la maldad era su disfraz ante las dificiles cosas que nos tocó vivir, me di cuenta que es apenas un cachorro, que puede ser solo un niño asustado a pesar de ser tan fuerte; yo estoy ahí­, espada en mano para ayudarlo cuando así­ lo requiere.

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Ahora yo me romperí­a los nudillos si tuviera que atravesar una puerta cerrada con llave si él estuviera del otro lado.

miércoles, agosto 10, 2005

Si así te irritas y te vas

anc ceres



A veces me siento como esas figuritas de manga/anime que últimamente me gustan tanto.

Con esa desesperación que reflejan sus ojos, y sin embargo los rasgos inamovibles, perfectos, estáticos.

A veces me siento como un robot, un ente que se mueve por inercia.


No, no intentes disculparte
No juegues a insistir
Las excusas ya existí­an antes de ti
No, no me mires como antes
No hables en plural
La retórica es tu arma
más letal

Voy a pedirte que no vuelvas más
Siento que me dueles todaví­a aquí­...Adentro
Y que a tu edad sepas bien lo que es
Romperle el corazón a alguien así­

No se puede vivir con tanto veneno,
La esperanza que me dio tu amor
No me la dio más nadie
,
Te juro, no miento.

No se puede vivir con tanto veneno
No se puede dedicar el alma
Acumular intentos
Pesa más la rabia que el cemento

Espero que no esperes que te espere
Después de mis 26
La paciencia se me ha ido hasta los pies

Y voy deshojando margaritas
Y mirando sin mirar
Para ver si así­, te irritas y te vas

Voy a pedirte que no vuelvas más
Siento que me duelas todaví­a aquí­...Adentro
Y que a tu edad sepas bien lo que es
Romperle el corazón a alguien así­

(No - Shakira)

Pd. Por algunos comentarios, pues la verdad es que las imágenes de los dos últimos post, las saque por medio de una búsqueda de imágenes en google, y me las bajé, a partir de las próximas trataré de tomar atención a la pagina para hacer referencia a la fuente.

Enferma

Enferma... es un estado al que me he acostumbrado, desde que me acuerdo he sufrido algún mal, alguno no muy grave pero que me hace sentir enferma.

He llegado a pensarme Hipocondrí­aca, no importa mientras sea una enfermedad.
No es por despertar lástima ni nada por el estilo, que yo casi no cuento mis males, o me han visto alguna vez postear algo del tipo "me siento mal, estoy enferma"?
Bueno, hoy será la excepción.

Toda la vida he tenido migraña, eso es hereditario.
Tengo anemia y me mareo fá¡cilmente, se me baja la presión y siento nauseas desde que recuerdo.

Un tiempo me creí­ con fibromalgia, una enfermedad que ocasiona un cansancio corporal dificil de creer y la cual se propaga como cáncer, no tiene cura.

La semana pasada fui al cardiólogo, me descubrieron un problema cardiaco, no se lo dije sino a tres personas, pa no preocuparlas, resulta que tengo un endurecimiento de las válvulas cardiacas. Pero nada, el medico dijo q era normal en personas delgadas como yo, y que mejor me preocupe por el problema respiratorio...

Si, ya tengo la fecha de la operación programada, tampoco es algo grave.

Ayer me dieron los resultados de mis exámenes médicos, sentí­ alivio de saber que no tendré q gastar mas en eso, pero también cierta decepción de ver que pese a las continuas hemorragias y pese a q no como bien, mi anemia casi ha desaparecido, estoy mejor que si hiciera ejercicio a diario.

Osea que sana, nomás me queda la operación pendiente, pero sigo cansada, me sigue doliendo el cuerpo, sigo con las hemorragias, sigo con los mareos... y a la final los doctores dicen que no tengo nada.

y siento un mí­nimo de decepción, no me llevarán a la cama gelatina, ni tendré visitas que lleguen con uvas.

lunes, agosto 08, 2005

Erase que era... Erase una vez.


cuento


Erase un hombre bueno que se casó con una mujer mala.
Ella habí­a sufrido mucho, solo porque le gustaba sufrir, porque érase de aquellas que el dolor les hací­a vivir.

Y rogó al cielo un hombre bueno, lo pidió a gritos a sus ángeles, a los santos y a Dios. Lo pidió con lágrimas, acaso eso no la hací­a buena, pero quizá si menos mala.

Él era lo que ella pidió, pero a ella, él nunca la soñó. Se encontraron sus caminos, un tropiezo, un segundo, ellos lo quisieron llamar destino.

Inventaron al amor.

Pensaron que un abrazo serí­a suficiente refugio para nunca más separarse.

Pero ella era una mujer mala, y él un hombre bueno, acaso esas cosas se contagian, ella olvidó sonreí­r, él perdió la luz en su mirada.

Inventaron la monotoní­a.

El continuó siendo bueno; acaso la bondad bien inculcada nunca se pierde, ella se lleno de tristeza. Ella siguió sintiéndose mala, érase que la soledad reclamaba su trono.

Inventaron la amargura.

Su refugio los aprisionaba, no habí­a abrazo que salvase los malos ratos.

Que poderosa magia una noche en un tropiezo los unió. No quisieron inventar al desamor, y esa misma tarde, con el frí­o de la lluvia pegado a las ventanas, llamaron destino a su separación.
26/12/03

jueves, agosto 04, 2005

Ella...

 Ella ha pensado tantas veces en suicidarse

Hasta se podrí­a decir que casi anhela que llegue el dí­a en el que él le levante la mano por primera vez. Tal vez los golpes sean menos dolorosos que la rabia que refleja en su mirada, quizá hieran menos que sus palabras... o sus silencios.

En el auto, se aferra a su asiento, clava los pies en el piso, simulando los frenos, nunca funciona. Él siente su miedo, casi como si lo oliera, y se hunde aún más en el acelerador, entonces ella se dedica a imaginar accidentes, casi desearlos, peor aún si él previamente ha consumido licor.

Sus padres la bautizaron con un nombre que significa valor y libertad, y así­ fue durante su juventud. Jefe de grupos, lí­der innata, presidenta del consejo estudiantil, promotora de huelgas y movimientos nacionales por la paz, así­ era, de esas que no le temen a nada, de las que caminan solas por la noche en medio de la oscuridad y sin un ápice de temor.
Quien dirí­a que aquella que un dí­a lideró campañas por la mujer y sus derechos, ahora estarí­a apagada y sin sueños.
Es que su inseguridad la ha vuelto tan pequeña y la soledad tan callada.

Muchas veces ha pensado en suicidarse, pero se dice a si misma que no es para tanto. Se auto flagela, golpea sus puños y su cabeza contra los muros, solo así­ logra sentirse menos culpable, menos poca cosa.

Hoy, en el baño encerrada, con un bisturí­ lentamente corta su cuerpo, pequeñas heridas para que él no lo note, pero lo suficientemente profundas para causarse daño, se castiga.
Intenta adivinar que fue lo que sucedió, cual fue el error que cometió para hacerse acreedora del maltrato sicológico que recibió, los gritos, los insultos.

Él se ha dado cuenta y suplica sollozante tras la puerta del baño que lo perdone, se excusa y propone una velada romántica.
Del otro lado solo se escucha el agua de la ducha caer, el ruido de las gotas que apresuradamente golpean una a una las baldosas, disimula un poco su llanto.

Definitivamente esta noche no es la adecuada para comunicarle que será padre.
Ella ha pensado tantas veces en suicidarse...

lunes, agosto 01, 2005

Te voy a contar un cuento:


"Erase una vez un pequeño caballito... de ojos negros como el carbón, que observaba desde el escaparate como los niños elegían naves espaciales y muñecas de diseño sin reparar en su presencia..."

Pasaba las tardes en su pequeño rincón, viendo ir y venir cientos de sonrisas infantiles, alegres con sus hallazgos. Y los miraba contento, sin desesperación pues sabía que alguna vez serí­a él, el elegido. Es por esto que cada mañana al despertar, cuando aún todo estaba en silencio, sacudí­a su cuerpo y su pequeña cola blanca, luego saltaba inquieto y paseaba al trote por los corredores.

Era en verdad un "Babballo", había nacido en una coliflor, y estaba relleno de nubes. A veces los niños se quedaban mirándolo por ratos breves, sus ojitos negros resplandecían de un brillo singular.

Él también los observaba, analizando sus gestos y movimientos, con el tiempo se volvió un experto en determinar la personalidad de cada infante que por la jugueterí­a pasaba. Nunca se dejó llevar, aún estaba a la espera de ese pequeñ±o que fuese capaz de reconocer su carácter especial.

Junto a él, viví­an otros semejantes, y estaban rodeados de perros, gatos y principalmente osos, los habí­a de todos los tamaños y formas. Habí­a trabado amistad con algunos de ellos y les deseó lo mejor cuando los vio marcharse.


Aquel martes fue distinto, se levantó temprano, hizo su rutina y dedicó el resto del dí­a a la dificil tarea de matar el aburrimiento.

No hubo entrega de juguetes, ni hubo transito de niños, el almacén estuvo callado y solitario hasta entrada la noche.

De pronto la vió, se quedó quietito porque sabí­a que ella también lo habí­a visto, la posición era incomoda, pero era así­ como lo habí­a pillado la pequeña niña que trémulamente se acercaba.


Sin distraerse en muñecas ni otro tipo de juguetes, fue hacia él, lo tomó en sus manos y lo sintió liviano.


- Me llamo Laura- dijo presentándose a si misma con entera naturalidad.
El pequeño caballito supo que era ella a quien estuvo esperando, hubiese querido moverse y con señas tratar de presentarse, pero no podí­a arriesgarse aún, así­ que aprovechó el momento para acurrucarse en los suaves brazos que lo sostení­an, se imaginó una nueva casa, un hogar y por primera vez se sintió como perro en tienda de mascotas, locamente desesperado por ser llevado a casa por esta pequeña doncella de ojos verdes que lo abrigaba mientras caminada por los pasillos.

Después de una larga vuelta regresaron al lugar de origen, la niña alzó en sus brazos al pequeño corcel y solemnemente le dijo:
- Te llamarás Chochó y serás mi caballito!, pero no te puedo llevar conmigo, no tengo el dinero que necesito.

El pobre sintió todo derrumbarse, por primera vez ansiaba ser llevado, habí­a encontrado lo que esperaba y no podí­a aceptar ser alejado nuevamente del lugar en el que querí­a estar.
Laura lo dejó en su estante y se despidió frotando su nariz con la de Chochó.

Al dí­a siguiente el pequeño apenas estiró su cuerpo, sacudió las orejas y se volvió a tumbar patas arriba en su mismo sitio. Así­ pasó todo el dí­a y la tarde, echado en una esquina junto a otros animalillos.

De repente sitió unas manos que se abrían paso entre los cuerpos rellenos de plumón, y fue elevado en el aire hasta llegar nuevamente al dorso de Laura que lo acariciaba alegre.

Desde ese dí­a, ella no faltó a su cita con Chochó, entrada ya la noche, él la esperaba en primera fila, y la veí­a llegar siempre a la misma hora con una sondrisa en los labios.

Laura le contaba las aventuras del dí­a, le decía como eran las cosas en su casa y le explicaba que lo que más quería era llevárselo para Navidad, pero que aún no era seguro, aunque ahorraría todo lo que pudiera para que así­ fuera.


Chochó se sentí­a contento en compañí­a de la chiquilla, dejaba que le rasque la panza y escuchaba atento cada sueño de esa pequeña niña que a pesar de tener tan poco era capaz de darle todo de si.

Sintió por segunda vez la angustia y el temor de ser separado lo que para él era lo más importante en el mundo, sabí­a que Navidad era una época de locos y que corrí­a el riesgo de ser llevado a un hogar que no querí­a ir.

Pasó la noche en vela planeando algo que pudiera ser la solución y decidió escapar. Comentó la idea entre los más cercanos, algunos le creyeron loco y otros se ofrecieron a ayudarle.

En la mañana ya lo tení­an todo organizado, apenas abrieran la puerta Chochó podría salir ante el descuido del guardia en la entrada.

En el momento adecuado algunos osos armaron estruendo al fondo del almacén, arrojaron al piso algunas cajas y los empleados se apresuraron a ver que era lo que pasaba.

Chochó salió galopando a toda velocidad con la fuerza que le daba pensar en Laura; ya en la calle tuvo miedo al verse tan pequeño y solo en la ciudad, cientos de personas caminaban con prisa sin parar a verlo.

Cruzó con mucho cuidado la calle y se quedó escondido tras un árbol esperando que caiga la noche y que Laura llegara a verlo. Tuvo que lidiar con dos perros, y un gato que quisieron tomarlo como almuerzo, luego se quedó dormido trepado en las ramas del árbol que lo cobijaba.

Momentos después despertó al escuchar un ruido a pocos metros, abrió los ojos y reconoció la silueta de Laura, quien habí­a entrado en la jugueterí­a y al no encontrarlo, rompió³ en llanto.

El pequeño caballito dio un brinco hacia la calle, cruzó esta vez sin miedo y fue trotando al encuentro de esa niña de ojos verdes, dispuesto a enjugar sus lágrimas y nunca más separarse.