Mi blog cumple hoy seis años! Lo había olvidado entre una y otra cosa, resulta que hoy estamos de aniversario en mi blogcito.
Recién, en estos días un amigo me dijo que le parecía que el fondo va cambiando mucho, hasta actualmente ser como un diario publico y que antes a pesar de ser publico era mas personal o íntimo En fin, yo no se que mucho o poco haya cambiado, en realidad no se si tengo un estilo definido. Pero aunque pasen los años y twitter me guste cada vez mas, no abandono mi blog, me gusta y me sirve. Así que felices seis años y larga vida!
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viernes, diciembre 31, 2010
jueves, diciembre 30, 2010
Yo
Mamá solía decirme de niña que no llorara tanto que se me iban a acabar las lágrimas. Yo seguía llorando, en ocasiones pensaba que sería bueno que se me terminen las lágrimas, así de adulta ya no sería tan terrible. Pero no se me acabaron, así que aunque me de vergüenza hacer de magdalena, lloro y me conmuevo, que me desespero, que me ahogo en mi propio llanto a toses y suspiros.
Ir dónde el profesional y decirle, mi problema es que no hablo, me parece no tan contradictorio como absurdo. ¿Cómo se habla de que no puedo hablar? que no me gusta hablar, me cansa, me agota, y me siento vulnerable. Mi único medio es escribir, y que ni eso me sale del todo bien, pero necesito el desahogo, necesito sacarlo de mi aún cuando no sea en voz alta.
Estoy rota. El fracaso se siente como un mareo permanente y un hueco en la garganta. Aceptar el tipo de persona que soy, tratar de hacerlo sin victimizarme sino con honestidad. He fallado. Ya no vivo en el extranjero con mi novio, ese hombre que me amaba con todo su ser, mi mal carácter ha logrado que me vea sola de nuevo, un regreso inesperado al país que no me ofrece nada, estoy sola, lo extraño, y me duele haber perdido. Pero esto también va a pasar.
No quiero decir a nadie que he regresado a Quito, me da vergüenza estar de recogida en casa ajena, sin poder mantenerme, desesperada por saber si voy a ser capaz, con ganas de hacer terapia, de arreglarme, con la certeza de que no voy a poder, estoy terriblemente dañada y la vida no tiene sentido. Me da vergüenza aceptar que he regresado, imagino las preguntas, las mentiras que tendré que decir. Mi mamá me ha preparado el discurso, me decía cuál era la versión de los hechos que tenía que decir mientras yo lloraba por sentirme la perdedora que soy, tuve ganas de decirle que no me interesan esas mentiras que no entiendo por qué le importa tanto el qué dirán, las apariencias, salvar la historia, que no me importa su visión moral de la unión libre, que no me voy a volver a casar, que él me ha dejado en un enojo irracional y equivocado, y que yo no hice nada para detenerlo, que estoy triste, que no me importa la versión que me haga ver bien, si en el fondo, la historia se repite, es mi culpa. Pero no se dice todo eso a la mujer que te acoge a media noche de manera inesperada, te pone una cama y te dice que mires para adelante, que todo estará bien.
Es lunes, hace frío en Quito, tengo dos valijas que desempacar y una vida que arreglar, antes de que la espiral cuesta abajo termine de succionarme, con las ganas que tengo de rendirme y desaparecer.
Ir dónde el profesional y decirle, mi problema es que no hablo, me parece no tan contradictorio como absurdo. ¿Cómo se habla de que no puedo hablar? que no me gusta hablar, me cansa, me agota, y me siento vulnerable. Mi único medio es escribir, y que ni eso me sale del todo bien, pero necesito el desahogo, necesito sacarlo de mi aún cuando no sea en voz alta.
Estoy rota. El fracaso se siente como un mareo permanente y un hueco en la garganta. Aceptar el tipo de persona que soy, tratar de hacerlo sin victimizarme sino con honestidad. He fallado. Ya no vivo en el extranjero con mi novio, ese hombre que me amaba con todo su ser, mi mal carácter ha logrado que me vea sola de nuevo, un regreso inesperado al país que no me ofrece nada, estoy sola, lo extraño, y me duele haber perdido. Pero esto también va a pasar.
No quiero decir a nadie que he regresado a Quito, me da vergüenza estar de recogida en casa ajena, sin poder mantenerme, desesperada por saber si voy a ser capaz, con ganas de hacer terapia, de arreglarme, con la certeza de que no voy a poder, estoy terriblemente dañada y la vida no tiene sentido. Me da vergüenza aceptar que he regresado, imagino las preguntas, las mentiras que tendré que decir. Mi mamá me ha preparado el discurso, me decía cuál era la versión de los hechos que tenía que decir mientras yo lloraba por sentirme la perdedora que soy, tuve ganas de decirle que no me interesan esas mentiras que no entiendo por qué le importa tanto el qué dirán, las apariencias, salvar la historia, que no me importa su visión moral de la unión libre, que no me voy a volver a casar, que él me ha dejado en un enojo irracional y equivocado, y que yo no hice nada para detenerlo, que estoy triste, que no me importa la versión que me haga ver bien, si en el fondo, la historia se repite, es mi culpa. Pero no se dice todo eso a la mujer que te acoge a media noche de manera inesperada, te pone una cama y te dice que mires para adelante, que todo estará bien.
Es lunes, hace frío en Quito, tengo dos valijas que desempacar y una vida que arreglar, antes de que la espiral cuesta abajo termine de succionarme, con las ganas que tengo de rendirme y desaparecer.
Chau año viejo
El 2010 fue un buen año, lleno de cosas nuevas y pocas repeticiones, lo único que me apena es haber dejado Buenos Aires, pero son etapas y conocí un par de ciudades que me faltaban.
Mas alla de lo cursi que es hablar de la experiencia y el aprendizaje, el 2010 fue realmente muy bueno, me alejo de mi peor error.
Que me quise morir, es cierto, quizá no lo intente por el mejor motivo ni de la mejor manera. Me equivoque tal como lo hago otros años, y en cuanto se acabe este empezara otro igual, no es que al terminar la doceava campanada del 31 de diciembre, como por un acto de magia, me vaya a convertir en mejor persona o mas inteligente, tan solo se que nunca mas confiare de la manera que lo hice, y para eso no necesité un análisis retrospectivo de un año que termina, sino tan solo de un golpe bajo (varios).
Luego de 9 años, vuelvo a vivir en casa, con mis dos hermanos y mi madre, y ese reencuentro de nosotros cuatro bajo el mismo techo esta cargado de risas, abrazos y buenos momentos, yo si se lo que es tener una familia amorosa, como no estar contenta por ello.
Para el 2011 desearía dejar a un lado el desprecio y el rencor, pero se que no se trata de pedir un deseo a la luz de los juegos pirotécnicos, así que me contento con esperar que Willi ataque con todas sus fuerzas, con la rapidez y fatalidad necesarias y mientras tanto seguir rodeada de babballos y aquellas personas que me hacen bien.
Pd. Sorry las faltas ortograficas, estoy desde el celular y se me complica bastante poner tildes y hacer correcciones.
Mas alla de lo cursi que es hablar de la experiencia y el aprendizaje, el 2010 fue realmente muy bueno, me alejo de mi peor error.
Que me quise morir, es cierto, quizá no lo intente por el mejor motivo ni de la mejor manera. Me equivoque tal como lo hago otros años, y en cuanto se acabe este empezara otro igual, no es que al terminar la doceava campanada del 31 de diciembre, como por un acto de magia, me vaya a convertir en mejor persona o mas inteligente, tan solo se que nunca mas confiare de la manera que lo hice, y para eso no necesité un análisis retrospectivo de un año que termina, sino tan solo de un golpe bajo (varios).
Luego de 9 años, vuelvo a vivir en casa, con mis dos hermanos y mi madre, y ese reencuentro de nosotros cuatro bajo el mismo techo esta cargado de risas, abrazos y buenos momentos, yo si se lo que es tener una familia amorosa, como no estar contenta por ello.
Para el 2011 desearía dejar a un lado el desprecio y el rencor, pero se que no se trata de pedir un deseo a la luz de los juegos pirotécnicos, así que me contento con esperar que Willi ataque con todas sus fuerzas, con la rapidez y fatalidad necesarias y mientras tanto seguir rodeada de babballos y aquellas personas que me hacen bien.
Pd. Sorry las faltas ortograficas, estoy desde el celular y se me complica bastante poner tildes y hacer correcciones.
viernes, diciembre 17, 2010
#despiertacerati
Mejor quedarse quieto y esperar
por favor perdona mi actitud
en caída libre, no soy libre
nubazón, nubazón
pasará.
La hondonada nos dejó sin caricias
y varias noches sin poder dormir.
Fatalismo inútil
ignorar temores
mondonadae muero por creer que es posible
seamos amigos.
Por la vida sentirá aún más frío
y el fantasma no podrá dormir.
por favor perdona mi actitud
en caída libre, no soy libre
nubazón, nubazón
pasará.
La hondonada nos dejó sin caricias
y varias noches sin poder dormir.
Fatalismo inútil
ignorar temores
mondonadae muero por creer que es posible
seamos amigos.
Por la vida sentirá aún más frío
y el fantasma no podrá dormir.
lunes, diciembre 06, 2010
Tres meses.
Felipe quisiera tener un nombre que no pudiera disolverse en un soplo, un nombre fuerte y pesado, que se pueda mantener frente a los golpes, un nombre que no se doblegue. Un nombre que no sea breve como un silbido. Su madre no lo ve igual, la suavidad de Felipe la reconforta y lo imagina con la ternura que nunca tuvo el padre, refinado, caballero. Pero él no conoce la historia de ningún caballero que haya sobrevivido con un nombre tan frágil, quisiera cambiárselo, pero está condenado, los astros han decidido sus rasgos, su personalidad, una vez que su madre tomó la mala decisión de llamarlo como a un escuálido y débil personaje, sus dedos blancos y delgados, su semblante tímido, y una voz delicada que se pierde entre el ruido. Se recoge, cierra los puños y aprieta en el vientre, ya nada puede hacer sino esperar la abolición del útero y el comienzo del olvido.
Al norte
Ponito y yo estamos de viaje, vinimos una semana de vacaciones solo nosotros dos para dejar Quito y todos los pensamientos circulares que permanecen en esa selva de concreto. Estoy con panas, que es siempre lindo saber que pasan los años, vamos cambiando y algunas relaciones se mantienen intactas con el cariño y la confianza intocables. El siguiente viaje, se programa al sur.
Vacaciones de las vacaciones, porque en Quito apenas estoy de consultorías y proyectos free lance que me permiten despertarme tarde y trabajar en casa, pero hasta la semana anterior me di cuenta los motivos por los cuales no quería volver a UIO y es que los recuerdos son siempre los mismos, las nostalgias, las citas y las referencias. Escapé una semana y empiezan nuevos caminos, estoy feliz porque puedo sentir el desarrollo de algo nuevo, se mueve, es mio, es maravilloso y empieza a tomar forma y tener posibles nombres.
Vacaciones de las vacaciones, porque en Quito apenas estoy de consultorías y proyectos free lance que me permiten despertarme tarde y trabajar en casa, pero hasta la semana anterior me di cuenta los motivos por los cuales no quería volver a UIO y es que los recuerdos son siempre los mismos, las nostalgias, las citas y las referencias. Escapé una semana y empiezan nuevos caminos, estoy feliz porque puedo sentir el desarrollo de algo nuevo, se mueve, es mio, es maravilloso y empieza a tomar forma y tener posibles nombres.
jueves, diciembre 02, 2010
Parte 1
Es un acto mecánico, ha vaciado su cenicero tantas veces como ha borrado las líneas en la pantalla que ahora se muestra otra vez blanca, a la espera de que tenga algo que decir, algo maduro, con voz, con fuerza, que no sea fácilmente eliminado como los intentos anteriores. Pero su mente también está en blanco, se ha olvidado los sujetos, los verbos, lo ha olvidado todo. Ese ruido permanente que viene del restaurante de al lado, ese ruido insaciable, ensordecedor, fascinante, agobiante. Cuando se dio cuenta, no tenía mas puchos sobre la mesa y el cenicero estaba lleno otra vez.
En otro momento sucumbiría a la pereza y decidiría silenciarlo todo -tanto el ruido que se mete por las rejas de la ventolera, como también las voces en su cabeza que le piden que escriba, que no se de por vencido, que no se quede callado- con un par de calmantes que lo lleven directo al día siguiente, dándole solo el tiempo justo para quizá acomodarse en el sofá, o si tiene suerte podría gatear a la cama.
Revisa mentalmente, la billetera en su bolsillo, las llaves en la mano, en la otra una bufanda y se lanza a la calle como se ofrece un ave al universo. Al pie del edificio pensó que quizá un gorro lo hubiera podido proteger de los fríos vientos que acompañan al invierno. Uno está tan metido en lo suyo que cree que no le va a importar hasta que calan los huesos, y el frío es real. Muy tarde, el cigarro lo calentará una vez que repose encendido entre sus labios, eso si la caminata no lo agota primero.
Sin darse mucha cuenta del destino, terminó en casa de Julia, el camino se amoldó a sus pies, o quizá guardaba en la memoria el recorrido, se percató de dónde estaba cuando su dedo presionaba por segunda vez el timbre. "Los puchos" se acuerda, y cuando Julia abría la ventana para saber quien era, repitió automáticamente: "salí a buscar cigarrillos", "espero que los hayas encontrado antes de venir, porque los míos están por terminarse" dijo ella sonriendo mientras le hacía una seña para que entre, no se sorprendió por la falta de saludo, y la verdad es que tenía dos paquetes de marlboros por abrir.
- ¿Qué te trae con esa cara de preocupado?
- No es nada, necesitaba salir de casa, con tanto ruido es imposible escribir.
- O sea que sigues escribiendo.
- No sé si puedo llamarlo así. Tengo un personaje esquizofrénico que sale de su apartamento y no sé a dónde va. Terminará recorriendo el camino que su cuerpo está acostumbrado si no le encuentro otro destino. La verdad, creo que si no se me ocurre algo pronto, si no logro callar ese ruido insoportable del edificio vecino, se va a perder en algún lugar de esa cuidad demasiado grande, y es una noche muy fría para dejarlo ahí.
- Déjame ver lo que has escrito hasta ahora, quizá te puedo dar una idea.
Aún sin ser supersticioso le incomodó la idea de que Julia lea uno de sus textos incompletos, creía más en el 'reposo' de sus escritos, como un ritual de maduración.
- ¿Qué pasa, temes que sea muy dura en la crítica? - le preguntó con el sarcasmo preciso mientras le acercaba un atado de cigarrillos y el encendedor.
- No, no es eso. No lo tengo conmigo, te lo puedo contar así te haces una idea.
- No es lo mismo. Pero vale, cuéntame como si lo estuvieras leyendo.
Al terminar el relato, ambos permanecieron en silencio por un largo rato, ella se levantó a calentar agua para el café que adivinó que él estaba a punto de pedir y antes de darle tiempo de hablar le dijo: "podrías hacerlo un poco más inteligente y que se tome las píldoras una vez que está acostado, así no tendría que arrastrarse a la cama".
- El sería más listo, y yo perdería dos líneas.
Compartieron un porro que no les provocó ganas de reír ni más hambre de lo habitual, algo decepcionados, y con los pensamientos amortiguados, pasaron el resto de la mañana en silencio. La vio más bonita que antes, quizá hasta elegante, tranquila, con toda esa paz que a él le hace falta, pero que no es capaz de obtener por tantas voces hablando por dentro al mismo tiempo, todas necias haciendo continuamente rabietas.
De regreso el camino parece más corto y el frío se siente menos, y aunque segundos antes pensó que sería mejor volver a casa bordeando la costanera, decide seguir la ruta habitual, como un autómata. Piensa en Julia, y la belleza que se le acomoda con el tiempo, la sonrisa abierta con la que siempre lo recibe, vestida con ese suéter blanco que lleva tanto tiempo con ella, único capaz de protegerla del frío.
La mirada cómplice y las bromas repetidas los regresan por unos instantes a años antes, a reconocerse con absoluta certeza, rozando en la coquetería inocente que sonrojada se da cuenta que no tiene cabida, y ese beso que no sabe donde posarse y termina siempre en la comisura de los labios, a veces perseguido por un silencio incómodo y otras veces, ya a fuerza de costumbre, tienden a ignorarlo.
Cansado de darle vueltas a un pasado que se diluye en imposibilidades, acelera el paso, piensa en sus personajes de ficción, todos tan reales como imperfectos, da vuelta por cualquier esquina imaginando encontrar a alguien con quien entablar un diálogo, huyendo de sus propias fantasías en la incesante persecución de un poco de realidad.
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