A principios de esta semana me internaron en el hospital por algo que para mi era una intoxicación y para el medico era rubéola y según los exámenes de sangre los dos estábamos equivocados. A la final, como siempre pasa, no supieron bien que fue, así que me mandaron pastillas para todo, just in case. En estas circunstancias, tengo una extraña aberración a pensar qué pasaría si me muero, casi nunca la idea logra desconsolarme, pero el martes mi pena fue evidente, no me puedo morir antes de abrir todos esos regalitos que tengo debajo del árbol!! Y con eso queda confirmado que el verdadero espíritu de la navidad vive en mi.
El capitalismo rulz en épocas navideñas, ver la gente comprar es lo máximo, aunque si es un problema el trafico.
Después de hacer todas mis compras me topé con el terrible inconveniente de tener que envolverlos, la verdad es que estoy negada para eso, así que a todos los beneficiados les he dicho que cuando vean lo mal envueltos que están sus regalos piensen que esas son las pequeñas cosas que ellos adoran en mi, además es navidad! Y todo el mundo sabe que en navidad, no importa cómo esté envuelto el paquete, lo que realmente importante es su contenido!
Bueno, ahora si en serio, este es el post 200 de Sueños y Cuentos, cumplimos 2 años, estamos de fiesta, mi blog y yo. El año pasado hice un recuento de número de visitas por día, numero de comentarios promedio por post, most popular outgoing link de la semana, desde donde llegaban más frecuentemente a S&C, etc. Este año la pereza gana, por ahí están los botones de estadísticas por si queren saberlo.
Con este post de cumpleaños, yo me declaro en etapa de descanso, me tomo vacaciones indefinidas, no como una despedida, sino sólo un tiempo sin escribir, lo maravilloso del blog es que siempre te da la oportunidad de retomarlo.
A los panas... los veré en el msn...
(... cuando me lo desbloqueen)
Foto del primer B&B que asistimos la Nena y yo.
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jueves, diciembre 21, 2006
lunes, diciembre 11, 2006
Ladrón
Fíjese usted, yo siempre he querido escribirle una carta a quien fuera victima de un robo, como para hacer las cosas iguales, y es que si se da cuenta hay muchas personas que escriben cartas a los ladrones, salen en los editoriales, en el internet y hasta la cantante colombiana escribió aquella canción en búsqueda de los ladrones que se llevaron las letras que tenía listas para el tercer disco... o eso dicen.
Entonces estamos de acuerdo en que todo aquel que ha sido robado siente lo mismo: ira, impotencia, malestar y hasta deseos de matar, si, yo a muchos he escuchado eso de querer salir a la calle con una 38 y matar a cuanto ladrón se cruce por el frente. Es ahí cuando yo miro hacia un lado, sonrío y me tranquilizo a mi mismo, a la final son pocos los que conocen mi oficio.
Le llamo oficio, porque no vamos a ser tan insolentes de llamarle vocación como algún trovador de baja pretendió categorizarnos.
Yo puedo entender que a usted no le importe mucho cual es el pensamiento o lo que sentimos nosotros, los que arrebatamos a la gente sus pertenencias, yo sé que a usted lo que le interesa es conocer el paradero de sus documentos, todos se inquietan por los documentos... cuantas veces he visto rostros desesperados, rogándome porque me lleve la plata y no los benditos documentos. Y a mi que me importa sus papeles amontonados en la billetera? No me importan ni me sirven, pero ver la desesperación en sus ojos suplicar por unas hojas y tarjetas en lugar de implorar porque no les estampe los restos contra una pared en un callejón abandonado da mucha risa. Para satisfacer su curiosidad, su morbo y por sus hermosos ojos verdes le voy a contar que los suyos están en algún basurero dos o tres cuadras hacia el sur de donde usted perdió la soberanía de sus bienes.
Quizá usted se repita una y otra vez, por qué a mi, por qué yo, por qué ese día, por qué mis cosas. La verdad es que yo no estoy aquí para consolarla ni darle mayor explicación, pero si le sirve de algo, para sentirse especial, le diré que lo suyo no fue un evento que dictara el azar. Yo la vi desde que usted estacionó su automóvil a las puertas del restaurante, la vi arreglarse en el espejo retrovisor, ponerse labial, repasar sus labios uno sobre otro esparciendo el color, vi cuando hablaba por teléfono con tono molesto, pero acaso eso no le restó belleza, al contrario su ceño fruncido y el breve puchero que se permitió hacer y que yo desde la acera del frente, en mi banca, con mis lentes, divisé perfectamente, la hicieron lucir aún más hermosa.
Cerró el teléfono y se lo guardó en el bolsillo, muy bien pensado porque caso contrario también me lo hubiera llevado y ahora formaría parte de una colección inútil de celulares que tengo en un cajón, y es que toca guardarlos ahí hasta poder venderlos en la frontera.
Luego usted se bajó del auto, y me preocupó que no le pusiera alarma, debe ser de esos automáticos pensé yo, pero al parecer su falta de memoria fue el instrumento para que yo me gane el pan del día, bueno, digamos que gané algo más que un pan. Ahora que lo pienso puede ser el destino, el azar nos ha hecho encontrarnos de esta manera, usted no lo sabe pero olvidó poner la alarma apropósito para que yo pueda subirme en su carro, arrancar el radio, llevarme unos discos, y aunque no pregunte le diré que James Blunt es el único que me ha gustado, los otros son de bastante mal gusto; así yo pude coger también su cartera con la billetera dentro, y hurgar entre sus cosas para ver si encontraba algo más que me pudiera servir, porque uno tiene que ser muy selectivo en este oficio, no es cuestión de agarrar a tontas y locas, uno tiene que darse el tiempo: si me llevo el radio, quiero también los discos, si me llevo la cartera y sus cosas, quiero también sus guantes aunque esto sea sólo para poder tener más cerca su aroma tan dulce.
Y le confesaré que estando en su auto, me quede un momento quieto, retando al destino, a su mala suerte que bien el guardia del parqueadero pudo convertir en buena, me quedé ahí contemplando sus blancos dientes reírse dos mesas a la derecha de la puerta principal, sus cabellos rubios exactamente iguales a esos que posaban sobre el espaldar del asiento. Pensé en recoger uno, como muestra o recuerdo, pero qué carajo iba yo a hacer una vez que me baje de su carro con un par de cabellos rubios?
Así que di una última ojeada, confirmé que nada más de lo que ahí estaba podría servir para mi o para su venta y me bajé disimuladamente. Crucé la vereda, hubiese querido entrar al restaurante y poder verla mas de cerca, pero en estos momentos es cuando a uno le sube la adrenalina y cualquier error puede terminar en una cita con los chapas, y todos saben que a esos ijueputas les encanta colgarnos de los pulgares, quién los cuelga a ellos pregunto yo? si hasta pena me dio cuando usted tan ingenua llamó a los policías y estos sinvergüenzas llegaron 40 minutos más tarde y encima le pidieron plata, pero con qué plata iba apagar si yo tengo sus 36 dólares y 70 centavos en mis bolsillos?
Yo la veía desde la otra esquina, ya para eso sus papeles, y otras chucherías estaban en los basureros cercanos, bien repartidos eso si, como para que sean varios los afortunados que los encuentren, y es que sepa usted que a mi me gusta hacer buenas obras y regalar lo que me sobra, siempre y cuando este en buen estado.
Me fui poco después de que un par de lágrimas resbalaron por sus mejillas, no me gusta verla llorar, debe ser la impotencia, la rabia o alguna broma de mal gusto de ese mequetrefe que la acompañó afuera del auto mientras llegaban los pacos.
O pudo ser quizá por esta medallita que me vino de regalo junto con su cartera, la hice valorar en la joyería de don Patricio y me dicen que no vale mas de 30 dólares, supongo que usted en su fineza no lloraría por 30 míseros dólares, quizá lo que le interesa es la inscripción que está detrás, con lo que deduzco que es un regalo de su padre. Pero no llore por eso, mire que al final de esta carta le voy a transcribir exactamente lo que dice, así usted tendrá de nuevo el recuerdo.
Por ahora esto es todo mi hermosa Dulcinea, yo sé muy bien que ese no es su nombre, aquel que constaba en los documentos, pero es que María Gabriela se me hace demasiado vulgar y mundano para una chica de su belleza, y para decirle la verdad, desde hace un par de meses que la he estado siguiendo, siempre la imaginé como la doncella de esta historia, quien diría que justamente hoy, el azar uniría así nuestros destinos, y por fin podría sentir su aroma tan de cerca, y saber... sus sosas tan mías.
Entonces estamos de acuerdo en que todo aquel que ha sido robado siente lo mismo: ira, impotencia, malestar y hasta deseos de matar, si, yo a muchos he escuchado eso de querer salir a la calle con una 38 y matar a cuanto ladrón se cruce por el frente. Es ahí cuando yo miro hacia un lado, sonrío y me tranquilizo a mi mismo, a la final son pocos los que conocen mi oficio.
Le llamo oficio, porque no vamos a ser tan insolentes de llamarle vocación como algún trovador de baja pretendió categorizarnos.
Yo puedo entender que a usted no le importe mucho cual es el pensamiento o lo que sentimos nosotros, los que arrebatamos a la gente sus pertenencias, yo sé que a usted lo que le interesa es conocer el paradero de sus documentos, todos se inquietan por los documentos... cuantas veces he visto rostros desesperados, rogándome porque me lleve la plata y no los benditos documentos. Y a mi que me importa sus papeles amontonados en la billetera? No me importan ni me sirven, pero ver la desesperación en sus ojos suplicar por unas hojas y tarjetas en lugar de implorar porque no les estampe los restos contra una pared en un callejón abandonado da mucha risa. Para satisfacer su curiosidad, su morbo y por sus hermosos ojos verdes le voy a contar que los suyos están en algún basurero dos o tres cuadras hacia el sur de donde usted perdió la soberanía de sus bienes.
Quizá usted se repita una y otra vez, por qué a mi, por qué yo, por qué ese día, por qué mis cosas. La verdad es que yo no estoy aquí para consolarla ni darle mayor explicación, pero si le sirve de algo, para sentirse especial, le diré que lo suyo no fue un evento que dictara el azar. Yo la vi desde que usted estacionó su automóvil a las puertas del restaurante, la vi arreglarse en el espejo retrovisor, ponerse labial, repasar sus labios uno sobre otro esparciendo el color, vi cuando hablaba por teléfono con tono molesto, pero acaso eso no le restó belleza, al contrario su ceño fruncido y el breve puchero que se permitió hacer y que yo desde la acera del frente, en mi banca, con mis lentes, divisé perfectamente, la hicieron lucir aún más hermosa.
Cerró el teléfono y se lo guardó en el bolsillo, muy bien pensado porque caso contrario también me lo hubiera llevado y ahora formaría parte de una colección inútil de celulares que tengo en un cajón, y es que toca guardarlos ahí hasta poder venderlos en la frontera.
Luego usted se bajó del auto, y me preocupó que no le pusiera alarma, debe ser de esos automáticos pensé yo, pero al parecer su falta de memoria fue el instrumento para que yo me gane el pan del día, bueno, digamos que gané algo más que un pan. Ahora que lo pienso puede ser el destino, el azar nos ha hecho encontrarnos de esta manera, usted no lo sabe pero olvidó poner la alarma apropósito para que yo pueda subirme en su carro, arrancar el radio, llevarme unos discos, y aunque no pregunte le diré que James Blunt es el único que me ha gustado, los otros son de bastante mal gusto; así yo pude coger también su cartera con la billetera dentro, y hurgar entre sus cosas para ver si encontraba algo más que me pudiera servir, porque uno tiene que ser muy selectivo en este oficio, no es cuestión de agarrar a tontas y locas, uno tiene que darse el tiempo: si me llevo el radio, quiero también los discos, si me llevo la cartera y sus cosas, quiero también sus guantes aunque esto sea sólo para poder tener más cerca su aroma tan dulce.
Y le confesaré que estando en su auto, me quede un momento quieto, retando al destino, a su mala suerte que bien el guardia del parqueadero pudo convertir en buena, me quedé ahí contemplando sus blancos dientes reírse dos mesas a la derecha de la puerta principal, sus cabellos rubios exactamente iguales a esos que posaban sobre el espaldar del asiento. Pensé en recoger uno, como muestra o recuerdo, pero qué carajo iba yo a hacer una vez que me baje de su carro con un par de cabellos rubios?
Así que di una última ojeada, confirmé que nada más de lo que ahí estaba podría servir para mi o para su venta y me bajé disimuladamente. Crucé la vereda, hubiese querido entrar al restaurante y poder verla mas de cerca, pero en estos momentos es cuando a uno le sube la adrenalina y cualquier error puede terminar en una cita con los chapas, y todos saben que a esos ijueputas les encanta colgarnos de los pulgares, quién los cuelga a ellos pregunto yo? si hasta pena me dio cuando usted tan ingenua llamó a los policías y estos sinvergüenzas llegaron 40 minutos más tarde y encima le pidieron plata, pero con qué plata iba apagar si yo tengo sus 36 dólares y 70 centavos en mis bolsillos?
Yo la veía desde la otra esquina, ya para eso sus papeles, y otras chucherías estaban en los basureros cercanos, bien repartidos eso si, como para que sean varios los afortunados que los encuentren, y es que sepa usted que a mi me gusta hacer buenas obras y regalar lo que me sobra, siempre y cuando este en buen estado.
Me fui poco después de que un par de lágrimas resbalaron por sus mejillas, no me gusta verla llorar, debe ser la impotencia, la rabia o alguna broma de mal gusto de ese mequetrefe que la acompañó afuera del auto mientras llegaban los pacos.
O pudo ser quizá por esta medallita que me vino de regalo junto con su cartera, la hice valorar en la joyería de don Patricio y me dicen que no vale mas de 30 dólares, supongo que usted en su fineza no lloraría por 30 míseros dólares, quizá lo que le interesa es la inscripción que está detrás, con lo que deduzco que es un regalo de su padre. Pero no llore por eso, mire que al final de esta carta le voy a transcribir exactamente lo que dice, así usted tendrá de nuevo el recuerdo.
Por ahora esto es todo mi hermosa Dulcinea, yo sé muy bien que ese no es su nombre, aquel que constaba en los documentos, pero es que María Gabriela se me hace demasiado vulgar y mundano para una chica de su belleza, y para decirle la verdad, desde hace un par de meses que la he estado siguiendo, siempre la imaginé como la doncella de esta historia, quien diría que justamente hoy, el azar uniría así nuestros destinos, y por fin podría sentir su aroma tan de cerca, y saber... sus sosas tan mías.
lunes, diciembre 04, 2006
El meme y un link
El meme/posta decía así:
1. Coge el libro más cercano.
2. Ábrelo en la página 123.
3. Encuentra la quinta frase.
4. Escribe la oración junto con estas instrucciones.
5. No busques el libro más guay que puedas encontrar. Hazlo con el que esté a tu lado
En mi caso: Consulte en bibliotecas y medios especializados en material científico.
Yo sé que dice que no hay que buscar el libro más bacán, pero es que tenía dos libros justo a la misma distancia, al segundo intento, rogando que salga algo más cool, el resultado fue: "Además, en una estructura de capital de este tipo"
Nada de revelaciones, ninguna verdad sobrecogedora.
Frase 1: Metodología de la investigación - César Augusto Bernal
Frase 2: Pasión por emprender - Andy Freire.
Y se nota que las lecturas de la Universidad acaparan casi todo mi tiempo, nada muy interesante, quizá ustedes tengan mayor suerte, no le paso la posta a alguien en específico. Si alguien quiere lo postea y si no pues en los comentarios tiene su espacio.
Ahora un link que nos regresa a la escuela, haga clic, conteste las diez preguntas de cada materia, sume resultados, luego venga y díganos su promedio, el mió (vergonzosa y honestamente) fue 7.2.
Está de mas que lo diga, pero no se vale hacer trampa, nada de uso de calculadoras, Internet y demás. Venga, venga, cuantos de ustedes repitieron un año en la primaria, o como en mi caso pasaban volados pensando en quien sabe qué...
Cague lo que la profesora se va enojando, en historia hasta rompió la regla :$
1. Coge el libro más cercano.
2. Ábrelo en la página 123.
3. Encuentra la quinta frase.
4. Escribe la oración junto con estas instrucciones.
5. No busques el libro más guay que puedas encontrar. Hazlo con el que esté a tu lado
En mi caso: Consulte en bibliotecas y medios especializados en material científico.
Yo sé que dice que no hay que buscar el libro más bacán, pero es que tenía dos libros justo a la misma distancia, al segundo intento, rogando que salga algo más cool, el resultado fue: "Además, en una estructura de capital de este tipo"
Nada de revelaciones, ninguna verdad sobrecogedora.
Frase 1: Metodología de la investigación - César Augusto Bernal
Frase 2: Pasión por emprender - Andy Freire.
Y se nota que las lecturas de la Universidad acaparan casi todo mi tiempo, nada muy interesante, quizá ustedes tengan mayor suerte, no le paso la posta a alguien en específico. Si alguien quiere lo postea y si no pues en los comentarios tiene su espacio.
Ahora un link que nos regresa a la escuela, haga clic, conteste las diez preguntas de cada materia, sume resultados, luego venga y díganos su promedio, el mió (vergonzosa y honestamente) fue 7.2.
Está de mas que lo diga, pero no se vale hacer trampa, nada de uso de calculadoras, Internet y demás. Venga, venga, cuantos de ustedes repitieron un año en la primaria, o como en mi caso pasaban volados pensando en quien sabe qué...
Cague lo que la profesora se va enojando, en historia hasta rompió la regla :$
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