Nube de Tópicos frecuentes

lunes, agosto 15, 2005

Andrés

Él tenia 8 añ±os, yo apenas 4, es curioso como a veces podemos recordar algunas cosas así­, tan claramente pese a los pocos años.

Image hosted by Photobucket.com



Se le habí­a dañado un cassette de audio, me llamó a que lo ayudara, dijo "pon el dedo así­" mientras yo erguí­a el í­ndice, y se lo mostraba. "Sólo ten la cinta aquí­ mientras la arreglo"
Lo cierto es que no pude, no sé por qué, ahora me parece algo tan sencillo y sin embargo no pude seguir tan simple orden, o quizá él no pudo arreglar la cinta, no sé.

"Yo querí­a un hermano, y no a ti" "yo no querí­a que nacieras mujer" cada grito y cada insulto me herí­an y provocaban lágrimas. Corrí­ hacia mi habitación, pero me siguieron sus verdades, "Adoptada, recogida, no te quiero, adoptada"

Yo aprendí­ a ser reciproca a su odio, empecé a detestarlo, cada vez que me maltrataba con una sonrisa hipócrita, cada vez que mentí­a a mi madre para salirse con la suya, cada vez que me correteaba por la casa o escondí­a alguno de mis tesoros infantiles. Y entonces fui yo la que le gritaba que deseaba el nunca hubiese nacido.

Pero el odio me duraba poco, porque era ese mismo que me hací­a llorar cada tarde aquel que me daba leves señas de cariño.

Y recuerdo con orgullo aquella vez que fui a la escuela con mi abrigo amarillo, de Abelardo de "plaza-sésamo", y un niño se burló llamándome "pajarraco"; mi hermano lo siguió corriendo por los pasillos, lo agarró muy fuerte y lo calló a golpes. Cuando regresó donde yo estaba, no dijo mas que un "ya no va a molestarte"

A pesar de esas pequeñas cosas nunca dejó de gritarme, y decirme que le estorbaba.

Tengo la impresión de que hubo un momento, que no puedo precisar en mis recuerdos, en que el cambió de repente, su mirada en las fotos cambió y se hizo tosco, hasta un poco malo podrí­a decirse.
Supongo que la separación de nuestros padres nos afecto de distintas maneras, a mi me hizo introvertida y a él un tanto malvado, una extrema dureza que nunca hasta ahora traté de comprender.

Sus golpes, los insultos, los sustos, sus ganas de verme llorar, lo hacia por puro gusto, o quizá en verdad me hubiese preferido hermano y no hermana.

Años mas tarde, él volvió, regreso su alma buena, aquel que tuvo gran culpa en que yo creciera susceptible al maltrato, con la autoestima destrozada. Fue el mismo quien se rompió los nudillos de la desesperación al tratar de rescatarme cuando me halló encerrada en un cuarto, sintiéndome prisionera injustamente.

Y fue él, quien botella en mano, acompaño mi primera decepción amorosa. Él quien en la noche sentado sobre mi cama, me contaba mentiras q yo no creí­a, pero me gustaba escuchar. Los golpes quedaron atrás, ahora una extraña complicidad nos uní­a. Se habí­a enamorado.

No lo vi cuando se fue de casa, la ultima noche escuché los gritos desde mi habitación, pero sin salir de ella. No supe de él durante semanas, hasta que una noche lo vi caminando por la calle, con su mochila a cuestas y un saco blanco que yo guardaba escondido en mi armario. Supe que estaba bien, porque hasta tuvo tiempo de rebuscar mis cajones, para no perder la costumbre.

Con el pasar de algunos meses, casi un año, mi madre perdonó sus faltas y Andrés se convirtió en una visita cotidiana. Luego yo me fui, en otras circunstancias, me alejé. Ha pasado tanto tiempo, nos vemos para almorzar, para conversar, aunque ya no hay canciones nocturnas, ni coca cola y tabaco compartidos.

A veces recuerdo todo lo malo que hizo, siento rabia, nunca sabré si su comportamiento es del tí­pico hermano.

He aprendido a verlo de manera distinta, poco a poco me di cuenta de algo que nunca traté de entender, no vi que la maldad era su disfraz ante las dificiles cosas que nos tocó vivir, me di cuenta que es apenas un cachorro, que puede ser solo un niño asustado a pesar de ser tan fuerte; yo estoy ahí­, espada en mano para ayudarlo cuando así­ lo requiere.

cuña publicitaria para pilsener


Ahora yo me romperí­a los nudillos si tuviera que atravesar una puerta cerrada con llave si él estuviera del otro lado.

No hay comentarios: