En realidad no tengo claro qué siento por mi papá, a veces un amor que se enternece al pensar que algún momento lo perderé, y el dolor es tanto que no puedo permanecer mas de 15 segundos con esa idea porque empiezo a desesperarme, me inunda el amor y la impotencia de no querer que mi viejo me deje nunca.
-Nunca mas.-
Pensar en mi papá es verlo como ese señor que vive al norte de Quito con una señora que es buena gente y con un hijo que tomó como propio mientras de nosotros sólo acumuló decepciones.
-Proyecto mi propia decepción en ese pensamiento.-
Ese señor que se enfermó tanto con el derrame cerebral, que me hizo pensar que a pesar de que habían pasado tantos meses sin hablarnos, no podía tolerar la idea de que se me vaya.
Pero le tengo mucha bronca.
Me molesta el trabajo de la genética, me molesta ver que mi hermano mayor tiene iguales comportamientos con sus hijos que con nosotros nuestro papá, y detesto recordar el rencor que Andrés sentía por él, porque me imagino que la historia de promesas falsas se repetirá. Nicolás nunca vivió con él y sin embargo tienen la misma risa pícara, la misma manera de sacar la lengua a un lado cuando está concentrado, y ambos duermen con los brazos cruzados detrás de la cabeza, ¿cómo pudo aprender eso si nunca lo vio?
Y por supuesto estoy yo, detestando sus comportamientos, y en ese preciso instante me cae encima la realidad, yo soy igual. Siempre buscando trabajos en otras ciudades o países, siempre con la esperanza de irme a otro lado, dejando a un lado a quienes me aman, me amaban. Que tal si mi papá no es tan malo sino tiene lo mismo que yo, se aburría facilmente, lo encontraba todo detestable y empezaba a buscar la puerta de salida mas cercana. Siempre lo odié por irse tantas veces, pero ¿cuántas veces me he ido yo?
Claro, yo no tengo hijos, pero eso es sólo un peso dada la diferencia de sexos y deberes, las hembras no pueden dejar a sus crías, los machos si, socialmente aceptable, y sin embargo yo dejé a mi piticherro que era mi familia elegida. Soy igual de inconstante, soy lo que he pasado 20 años detestando. Y algo en mí lo quiere entender, justificar, pensar que es un hombre viejo, que se me va a ir un día y el vacío que me va a dejar, será diez millones mas fuerte que cuando no tenía quien me ayude con las carátulas de la escuela, o cuando era domingo de visita y yo me ponía el mejor vestido y me quedaba horas colgada de la reja de la casa, viendo los carros venir, esperando que uno de esos fuera él que venía a verme, y entonces llegaba la tarde y mi mamá me tenía que meter a la fuerza a la casa y explicar que quizá la siguiente semana, quizá en quince días, quizá no.
Este sentimiento constante que el mundo es mas grande, que hay que mantener el movimiento, que la comodidad no aguanta mas unos meses y hay que seguir, que no somos árboles para sentar raíces en ningún lado, siempre yéndome, siempre huyendo, siempre sola. Y dispuesta a estar sola. Pero extrañando.
Mi mamá es de esas personas que parecen siempre enojadas (cualquier parecido con la realidad, es pura genética), me tomó años descubrir que no estaba molesta sino preocupada, angustiada, triste, y sin embargo la vi llorar solo una vez de impotencia y nunca la escuché quejarse de sus problemas (se quejaba de nuestro desorden o poca cooperación, o ese montón de comportamientos no adecuados de los adolescentes). Cuando se insiste mucho en preguntarle qué es lo que le tiene tan mal, suelta el comentario (morelio) de "esta vida que me tocó vivir".
Y a mi me da bronca, porque en en fondo creo que si, a ella le tocó esa vida turrísima de penas, en una época en la que salir adelante divorciada y con hijos era más difícil, sobretodo porque mi papá desaparecía pero dejaba sus problemas en casa, con nosotros. Y entonces no entiendo, no entiendo a Dios, no entiendo a la vida, no entiendo un carajo.
Yo por lo menos puedo decir que tengo la vida que elijo, que mis errores son míos, la he cagado tres veces en la vida, mal, errores importantes que me han dado ciertos resultados y los asumo, yo no tengo la vida que me tocó vivir, tengo la vida que resulta de las decisiones que yo tomé. buena o mala, espectacular a veces, llena de felicidad de instantes, llena de enojos de 15 minutos, pero mía, y tengo toda la libertad de seguir eligiendo cometer errores, 'como llegué ayer, me puedo ir mañana' y será mi vida, cuando esté vieja, y rodeada de sepetecientos gatos, será fruto de cada paso en la dirección que decidí tomar.
Pero a ella si le tocó, le tocó enamorarse de un solo hombre en la vida que la abandonó mil veces y regresó otras tantas, que mintió, engañó y abusó de ese amor de los que hay pocos, le tocó tener tres hijos que salimos igualitos al padre en ciertos aspectos, tres hijos que nos hemos ido de casa a temprana edad y vuelto las mismas veces, no sin antes hacerle sentir el abandono, le tocó trabajo y le tocó pobreza, en uno de esos años se le fue "el tren" y se quedó ahí, paciente, aguardando, cuidándonos. Yo en algún momento quise no ser parte de esa carga, y partí, me desligué del nido y estuvo bien por un tiempo, (me miento, me consuelo, al final alguien me cuidaba y luego yo me cuidé sola) pero ¿qué tan desligada estoy en realidad? Cuando el mundo se me hace muy grande, cuando siento que no puedo, cuando todos mis temores regresan, cuando vuelvo a ser esa niña colgada en la reja, mi único recurso es mi madre, busco su hombro y su consuelo, su ayuda, mami no puedo más y ella extiende toda su ternura sobre mi y me da la fuerza, el ánimo. La verdad nunca dejé de ser una preocupación, sólo soy una angustia a distancia, porque si algo me pasa acá ella nada puede hacer para ayudarme.
Nadie me advirtió de los parecidos razonables. Mi complejo de Electra resignado, me resisto a mantener el vínculo, me niego a seguir culpándolo de mis problemas. No quiero que exista nada que nos una mas que la propia convicción del amor mutuo, que por ahora se mantiene dubitativo; y sin embargo nuestros genes, nuestros rasgos físicos, las frases, los tics. Electra un día se va a bajar de la reja, va a tomar sus cosas y alejarse, sin dejar un número al cual llamarla.
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martes, agosto 31, 2010
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5 comentarios:
Ya nada! Todas tus decisiones valen la pena. Has logrado cosas muy grandes, no lo olvides. Quizás descubrir ese parámetro que puede cambiar la historia, te ayude a lograr cosas más grandes.
Solo me resta por decirte:
"nadie más borró tú cicatriz en mi"
Para romper el cascarón, hay que quemar el mundo. Al menos, eres de las tipas mas sensatas que hay en el universo.
No quiero parecer un emo, pero creo que es bastante normal herir siempre a las personas que nos rodean. No creo que debas sentirte culpable de herir a tu madre solo por que tu seas independiente. A pesar de todo menuda historia, la de tu mama.
PD: ¡Y si! ¡Te leo! :)
Qué será... hay épocas en que solamente despertamos diferentes y no nos acordamos más de lo que nos causaba conflictos, sin mucho esfuerzo, así sin más.
Qué más da si nos parecemos o no a nuestros padres, dicen que mientras más separados están de los hijos, más nos parecemos...
Pues sí, es difcíl las separaciones, yo sufrí de eso de niña y en parte afecta mucho tu vida, pero hay que seguir y ser mejores personas que tus padres, esa debe ser una meta, no hacer sufrir a nuestros hijos como ellos hicieron con nosotros.
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