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viernes, septiembre 03, 2010

10:10 am


Llego a mis 26 años con la firme certeza de que mientras yo viva, no se inventará la máquina del tiempo, o que no estará a mi alcance. Una vez más "el futuro, ahora" nos defrauda. Las pruebas contundentes e irrefutables son que hasta el momento no me he topado con mi futura yo que me advierta de cambiar mis actos. Y por supuesto mi yo presente tiene la convicción de que cuando regrese en el tiempo advertirá a mi yo pasada de eventos previos a los 26 años.

Supongo que he de echar a la basura todo ese conjunto de anotaciones importantes, los números de la lotería de los noventas, ese año que mi tío ganó todos sus consumos de diciembre con diners, no llevar falda ese día de lluvias, y que cambiarme ese par de aretes hubiese estado bueno. Los detalles los omito porque todos sabemos que cualquier disrupción el pasado crearía un bucle en el presente que alteraría el futuro tal y como lo conocemos. Pero en definitiva, si no vine a verme hasta ahora, es que no vine a verme. Quién sabe es caro, y preferí comprarme esa moto roja que me andará haciendo ojitos.

Lo único que puedo seguir haciendo, es enviarme mensajes a mi yo futuro. Ya que la memoria es traicionera y que evidentemente mi pasado es preludio para algo mas grande, lo que cotidianamente hago es mandarme cortos mensajitos de conciencia. Es algo así como, yo sé que te olvidas de las cosas que sientes y que el rato de los ratos las emociones te abruman, pero escuchame bien, no vuelvas a aceptar hacer esto, porque no te gusta, no esta bueno y no vale la pena. Para la siguiente vez que me estoy diciendo ay muerta por mil muerta por mil quinientos o por apenas una vecesita no pasa nada, se activa el mensaje en mi memoria mandado por mi yo pasado y me retumban las palabras. Suena absurdo, pero juro que funciona.

Quizá no nos damos cuenta que nuestras situaciones se repiten más de lo que creemos y que nuestras reacciones y respuestas tienden a ser siempre las mismas. Actuamos bajos los mismos patrones y las situaciones son siempre las mismas, aunque quizá, con diferentes personajes. Así que pruebo a mandarme mensajes al futuro, confiando en que sea lo suficientemente sabia para hacerme caso, muchas veces no lo he sido, por el gusto de la repetición y porque a veces la dicha merece el castigo.

4 comentarios:

Unknown dijo...

lo que se, es que hay vivir nuestros tiempos. aunque ya no esté sacando girones de la piel

Anónimo dijo...

yo ya voy para diez años de mandarme mensajes para mi futuro yo, y ahora que mas o menos soy mi futuro yo ((en aquel entonces no me puse plazo de cuando sería el tiempo futuro)), no me interesa saber lo que entonces yo decía, me da fiaca ((así creio que dicen por alla, je je je)) abrir el archivo y ver los mensajitos embotellados. prefiero dejarlos allí, cogiendo polvo, junto a la maquina de ejercicios y el letrero que hace un año me compré, hoy empiezo dieta, por favor, no alimente al blogger.

besitos!

ricardo weblog

Holden dijo...

Creo que a todos nos gustaría montarnos en el Delorean para viajar el pasado e intentar arreglar alguna de las cosas con las que no estamos de acuerdo.

Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, inexorable siempre, más me convenzo de que lo mejor es adaptarse cuanto antes y lo mejor posible a cada revés que nos da la vida. No hay vuelta atrás, y al menos yo, suelo repetir mis errores. Es lo que tiene no ser perfecto.

Joy dijo...

Me acordé cuando alguna vez, en mi etapa de casi adolescencia, fue mi abuelita Piedad a la casa y no sé porqué razón me puso a leer la Biblia. Específicamente la parte de "Deuteronomio", me parece, y por allí decía "no hay nada nuevo bajo el sol", así me acuerdo que empezaba, pero en resumen si, todo lo que pasa ahora no es más que una repetición de lo que ya pasó, solamente que algunas veces parece venir de distintas maneras y entonces las reacciones se confunden un poco. Quizás no importe mucho eso de los yo del futuro... igual vamos a seguir siendo nosotros, solamente que con más cosas en la memoria y quién sabe, quizás más pesos sobre los los hombros.

Un abrazo mi querida So.