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viernes, julio 25, 2008

De colectivos II

Cuando recién llegue a Buenos Aires una de las cosas que más me impresionaba eran los buses, ahora estoy acostumbrada al punto de que he dejado de pensar en esas pequeñas grandes diferencias que hay. Pero lo cierto es que cada vez que me faltan monedas reniego de cómo puede ser tan evidente y tan difícil de solucionar al mismo tiempo.

Y bueno, acá a los colectivos se los conoce por el número, según mi guía hay como 300 líneas, pero yo creo que en capital federal deben haber unas 150 máximo. Igual son muchas, y los recorridos son larguísimos, y no necesariamente van por las calles principales sino que culebrean por las calles mas angostas haciendo recorridos entreverados pero agradables para conocer la ciudad. Al cabo de un tiempo necesariamente uno empieza a encontrar sus preferidos, yo tomo el 60 y el 29 para todo lado.

Solo se puede pagar con monedas, a eso súmenle que hay una escasez de las mismas increíble, son el tesoro mas preciado de los peatones, y en las tiendas es muy probable que te nieguen la venta, solo para no perder el poco de cambio que tienen. No hay billetes de un peso, y abundan los de dos, eso complica un poco mas hacerse de unas pocas. Y pensar que todas están paseándose de un lado a otro de la ciudad durante el día. Pero bueno, volviendo al tema de los buses, el usuario se sube y le tiene que decir al chofer su destino o cuanto cobrarle entre 90 centavos y un peso, de acuerdo a la distancia que se va a recorrer. Luego de decidir la tarifa, se insertan las moneditas en una maquina, la misma que luego expide automaticamente el boleto, que hay que guardar, por si acaso haya revisión.
Es así que no hay cobrador colgado de la puerta que te va cantando las paradas, ni que diga inútilmente "siga, siga que atrás hay puesto".

En lo personal evito sentarme adelante, solo por el desgano que me produce tener que ceder el puesto a los pocos minutos. Ah! falta mencionar que los desgraciados solo paran en sitios determinados, puedes estar literalmente a 5 metros de la parada y pedirle que pare, que el chofer acelera a fondo y no se detiene. 3 metros, inclusive! Para mi que los migrantes encuentran su medio de venganza del argentino promedio siendo chofer de colectivo, se sienten poderosos, tratan a la maldita sea a la gente, si no les da la gana no abren la puerta de atrás para que los pasajeros desciendan y luego paran 8 cuadras mas allá obligando a la gente a caminar, se ríen para sus adentros cada vez que un incauto no ha logrado subirse y golpea con la mano la puerta de vidrio.

Pero lo mejor es que funcionan 24 horas, uno puede salir de farrear (o de hacer deberes) a las 4.30 de la mañana que siempre encontrará "el bondi" que lo lleve a casa.

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