El tema es así: nuestros abuelos se casaron entre los 16 y 19 años, nuestros padres a los 25 años ya estaban casados y con hijos, nosotros nos acercamos peligrosamente a los 30 y seguimos solos. Eso asusta.
Eso te hace pensar en un final en un cuarto lleno de gatos. Te pone paranoico y te preguntas, si todo ese discurso de vivir alegremente la soltería será cierto o si solo estamos disimulando el terror de aceptar lo que parece inevitable. La soledad.
Y entonces todo romance se vuelve mas complicado de llevar, porque tiene el peso de las expectativas encima, al contrario de cuando uno tiene 22, 23 años y está convencido de que todo el mundo puede caer a nuestros pies.
El hecho es que somos una generación de aprendizaje, al contrario de nuestros padres, muchos jóvenes actuales planean quedarse solos y eso está bien, otros no lo planeamos pero tenemos que hacernos a la idea de que el sentido de colectividad se está perdiendo.
Desde hace años que la tendencia apunta para ese lado, familias cada vez menos numerosas, la búsqueda prematura de independencia, todo va encaminado a una vida en solitario, pero la soledad por elección y no como una condena.
Sin embargo, es a nosotros que se nos hace difícil aceptarlo, tenemos el ejemplo de generaciones anteriores, para las siguientes, ya no será tan dramático, pues habrán visto nuestro ejemplo. Mucha gente de nuestra generación se quedará sola, es el aprendizaje que dejaremos a los que sigan. Quizá muchos de nosotros no sepamos como afrontarlo, como aceptar pero bueno creo en realidad que de aquí en adelante todo tomará otro rumbo, y seremos un eslabón clave.
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