Nube de Tópicos frecuentes

lunes, enero 17, 2022

Psiq

Si P entonces Q; si Q entonces P? ¡No necesariamente! Entonces, la probabilidad.

Llego siempre al mismo punto, el mismo encierro de posibilidades. Estoy harta de ser yo, de sentirme así, me resulta abrumador chocar siempre con el mismo laberinto sin salida, que la única ruta parece ser la reducción a la nada. Pero sigo aquí, como un castigo a los cobardes. 

La constante, esta sensación de que todo es demasiado grande, complejo y sin solución. Perdí mi capacidad de encontrar salidas, respuestas, soluciones. A lo cotidiano en menor medida lo sobrellevo, jalando errores que me puedo permitir hacerlo desde la cómoda posición de la solvencia. 
A veces, sin embargo, hasta lo mínimo puede atraparme en la indecisión y la parálisis. 

I am a quitter, la necesidad de la temporalidad, de lo finito, saber que cada proyecto en que me involucro va a terminar, un día específico, una fecha que sé con anticipación y me ayuda a conllevar el día a día. Me acostumbré a renunciar en nombre de la paz mental. Y eso me lleva a querer renunciar también a la vida. 

¿Qué es lo de la vida, que me resulta tan complejo de resolver? No lo sé. 
Aparentemente todo está en orden. De frente, siempre se mira más limpio y bonito de lo que en realidad está. Seguramente, tampoco está tan desordenado y oscuro como yo lo percibo. 

Que lo tengo todo, me lo repiten, que soy una malagradecida, que no valoro. Que he tenido suerte. 
Lo sé, yo también sé y entiendo que no tengo motivos para sentirme tan vacía, si lo tengo todo, ¿creen que es fácil ver la fortuna que me ha asignado la suerte, y aún así, querer con tanta desesperación, cada día, que sea el último? ¿creen que no me doy cuenta, que lo tengo todo y ningún motivo para quejarme, y aún así, sentir tanta oscuridad?

Tengo a mi familia viva, tengo una pareja que me quiso todo lo que mejor le salió, y que aún así yo sienta  huecos en ese afecto no es su culpa sino parte de mi mochila de expectativas, tengo un departamento que es mitad mío y mitad del estado que mantiene la hipoteca, tengo trabajo casi siempre, un perfil profesional que he forjado y va tomando forma. Ropa, comodidad, abrigo. Tengo salud... y te la cambio mañana por una enfermedad terminal que me libere de este desgano de vivir. 

Deseo una fecha de espiración. Quiero saber con exactitud qué día este proyecto maquiavelico de ser una ficha viva sin ganas de vivir termina. 

¿Qué es lo que me resulta tan intolerable de la vida? No lo puedo poner en palabras. Ni siquiera lograría decir en voz alta la mitad de lo aquí escrito, siempre es más fácil escribir que hablar, primero porque lloro demasiado, como detesto eso de mí, el nudo doloroso en la garganta que se cierra y me impide hablar, y luego la furia contenida, cada vez que me preguntan y quiero hablar, en la imposibilidad de hacerlo me invade la ira y todo se va hacia otra dirección, exploto en furia como tratando de esconder lo que verdaderamente sucede en el fondo, pero ¿qué sucede en el fondo? sucede que para empezar la pena parece tan grande que me resulta imposible ponerle palabras. Sencillamente no lo sé, pero la sensación es eterna, es permanente, la llevo adentro todo el tiempo. 

Quizá no todo el tiempo. A veces me distraigo. Cada vez con más fuerza siento que hay una dualidad en mí, que soy dos, no me atrevería a decir "la buena/la mala" Quizá en lugar de buena, lo que existe es una S. calmada, una que respira y sonríe, y demuestra afecto preparando comidas y hace bromas para hacerlo reír, y no se enfada por mucho tiempo; la otra es débil y está furiosa, la otra no tolera a la gente, está tan cargada de odio y de deseos maliciosos... y como Hyde al final de la narrativa, ya no necesita una poción para salir, cada vez es más fuerte y se puede apoderar de mi cuerpo y ser la dominante, dominante de mis emociones, de mis respuestas, de mis estado de ánimo, de mi sarcasmo, domina con su llanto y menosprecio por mi misma, domina con la culpa y la poca estima que me tiene, domina con su deseo de morir y se pasa horas planeando cómo hacerlo. 

El problema no es sólo morir, sino morir sin salpicar. Cómo hace una para morirse sin tener que matarse. ¿No debería además, hasta en mi muerte actuar con responsabilidad y empatía?, ¿por qué debo serlo? Pero, ¿acaso es justo asignarle esa responsabilidad a él? ¿Acaso me odiará un poco más si le dejo la carga de los trámites y el dolor de las respuestas y la culpa de que no alcanzó, no me fue suficiente el tenerlo todo, porque siempre sentí que no lo merecí?
¿es justo dejarle la sensación de que no lo vio venir, o que aún sabiendo que quería morirme, no lo tomó en serio? ¿es justo que él sienta, lo que yo sentí estos 8 años, que no soy suficiente y que no alcanzo a salvarlo o llevarlo a la verdadera felicidad?

Encontré el lugar perfecto para morir en mi departamento, tengo todo lo que necesito para asegurarme que no hayan fallos, pero luego pensé que mis afectos no quisieran heredar el lugar donde me maté, ¿debo ser responsable incluso para suicidarme? Todo en la vida pasa, el ser humano encuentra de alguna manera la forma de anular el dolor y volver a sonreír. 

Que estarán mejor, sin mí, no hay duda. Todos quedan protegidos o al menos con algo más que el presente. Y él encontrará alguien que si le evoque abrazar, acariciar, tocar, amar. Alguien que sea más que un roomate con quien mantienes una amistad profunda, y llevas la convivencia en paz.

Al final, que injusto resulta hacerle vivir con alguien tan despreciable como yo que me paso tres cuartas partes del tiempo llorando. Que cansado debe ser estar con alguien así de agotador, alguien que no controla sus emociones, no se espabila, que no sonríe, ya no sonríe más. 
Lo mejor que puedo hacer es hartarlo, que me deje, que en dos meses me supere y dejarme el camino libre para morirme sin que él tenga que dar respuestas a nadie de por qué no pudo salvarme. 
Quiero sabotearlo todo, quiero que se pueda ir sin culpas para yo finalizar lo que tiene demasiados años ya. Te partí, te hice daño de la forma inimaginable, pero no completa, no me atreví a perderte, te lloré. No te dejé ir y tú sucumbiste a pesar que ya nunca me querrías. Que triste tu resignación, a estar con este bulto que no te evoca nada y que no puedes dejar.

No importa cuantas veces lo haya preparado, no importa si ya tengo el plan perfecto, al final no podré matarme, por una cobardía que se disfraza de sensatez en las consecuencias.No me queda más que esperar a morir, pienso ¿cómo hacer para acelerar el proceso? 

Siempre pensé que viviría hasta los 30 años. Desde que tenía 5, estaba en ese jardín de infantes donde siempre estaba aislada, porque nunca logré integrarme con la gente normal, algo en mí repele, esta personalidad imbécil, este silencio que me inunda, esta tristeza, esta falta de algo que me haga vincularme, y estando sola en ese jardín de juegos pensaba en botarme al abismo del bosque, en lanzarme por la ventana del piso más alto, en que no debí ser yo la niña que naciera de mis padres, sino una mejor. Y ahí pensé, y prolongué durante toda mi vida la idea, de que 30 años de este suplicio de vivir sería suficiente 30 años, 30 años de acostarme cada noche deseando que sea la última noche, que está todo bien, si mañana no despierto, que está bien si ese viaje que tengo pagado no se realiza, si ese sueldo no se cobra, si hoy es la ultima vez que respiro, aun cuando no me despedí de mis afectos, está bien, si no pude decirte que fuiste mi último amor y por ello el más doloroso.

Hace tiempo, alguien ante la noticia que alguien se había matado luego de desayunar, preguntó qué es lo que motiva a alguien a desayunar si sabes que en tus planes inmediatos está morir. Creo que es la sensación de normalidad, creo que es el no saber si será el fin de verdad, yo sigo mi vida, tomo cursos, acepto trabajos, pago mis cuentas, empiezo libros, aspiro la casa, lavo los trastes, discuto y me quejo de la falta de colaboración, esa es mi normalidad, aún cuando cada noche me duermo imaginando ahorcarme de una buena vez, aún cuando cada mañana maldigo el haber despertado. 

Trato de lidiar con la sensación de no ser suficiente, con el no ser querida. He llegado a aceptar que no depende de otro. Duele, haber sido objeto de deseo, haber sentido en mis manos otras que parecían quedarse entrelazadas, duele, ser siempre la que acaricia. Prefiero que ya no intentes abrazarme si no te nace. Me hace más daño que no sepas dar cariño, que no puedas reconocer un abrazo, y que de vez en cuando intentes dar una caricia, una caricia boba que no sabe por donde moverse... el problema nunca fue el sujeto, no le pedí más de lo que puede dar, el problema es el objeto, no hay motivos para quererme, para tocarme, para besarme... -era lindo besar, hace tanto tanto tiempo que no siento eso-... pero que haya sido lindo para mí, no implica que haya sido bueno o satisfactorio para otro besarme, es decir ¿quién soy yo para merecer afecto, a pretexto de qué pido cariño?

Soy sólo un peso muerto en tu vida, me creo la gran cosa porque te preparo un plato de comida diario, y una vez que yo no esté ni siquiera eso te hará falta, me has dicho tantas veces que eres auto suficiente que puedes comprar, pedir, abrir calentar por ti solo, no soy de utilidad ni para los gestos mas simples como dar un té caliente o servir un plato, todo lo podrás hacer sin mí. 
No te hará falta ni la comida, ni el abrigo, ni los abrazos que rechazas, ni el sexo que no quieres tener o no te satisface, soy un bulto que camina como muerto como tú mismo dices, menos te harán falta mis lloros a media tarde, mis ojos hinchados, soy un desperdicio de masa de huesos pesados, de grasa, de gestos, de fealdad, de inutilidad, un cúmulo de quejas, un cúmulo de malos sentimientos, de malas decisiones... un ego. una mente estúpida. un gasto recurrente. 
Que alivio sentirás cuando ya no esté a tu lado. Te darás cuenta que sólo te quedaste conmigo porque nunca tuviste la fuerza de aceptar que estabas por costumbre y porque pensabas que sin ti me moriría, contigo también me voy a morir, mientras miras tu pantalla... y sólo será cuestión de tiempo que regreses a ver a esta época con asco, no fueron los días de nuestras vidas, fue una cárcel de la que solo puedes salir si yo me desvanezco. 

No fui yo la que se resignó a vivir con alguien incapaz de amar, fuiste tú el que se resignó a vivir con alguien que no evoca amarla. 
Tienes miedo a irte porque crees que sin ti me voy a morir, no me voy a morir por ti, me voy a morir a pesar de ti, que eres quien me da vida, quien me ancla, por quien río, busco un cactus, y mantengo la fuerza de voluntad de no volver a dañarte aún sintiéndome injusta y futil. 

27/Mayo/2020



No hay comentarios: