Nunca antes había volado de noche, el sábado fue una experiencia nueva, la verdad es que estaba demasiado agotada físicamente como para divagar al respecto, traté de dormir lo más posible y de rato en rato miraba por la ventana, ver las estrellas en horizontal es una cosa simpatiquísima.
Antes de irme de vacaciones estaba muy emocionada, el tomar aviones, caminar por los aeropuertos, tantas cosas nuevas que allá aguardaban ser descubiertas por mi. La emoción de lo desconocido pero con la plena seguridad de que seria bueno, el dinero necesario en el bolsillo y el cariño de la familia que aun sin conocerme bien, esperaba con ansias. Nada podría fallar. Y no falló.
Sin embargo no se compara con el sentimiento que tuve a la vuelta, el deseo de estar de nuevo en mi casa, dormir en mi cama, bañarme en mi ducha. Aunque me haya tocado llegar a sacarme la madre limpiando mi depar, el reencuentro con cada rincón vale la pena.
Y de golpe uno tiene que dejar el mundo de playas paradisíacas, castillos encantados y calles de luces para enfrentarse a la realidad. Al llegar a casa el espectáculo fue terrible, parecería que en todo el mes que mi hermano estuvo ahí no lavó un solo traste pero si los ensucio todos. Dormía en la sala así que todo era un remolino de cobijas y edredones en el piso, los baños ni mencionarlos, un poco de imaginación basta. Uno vuelve a la normalidad cuando se amanece hasta el día siguiente con la preocupación de donde estará el desaparecido con mi carro, llamar a los amigos, unir historias. La decepción interna y la vergüenza ante mi esposo, porque fui yo la de la idea de confiar-otra-vez en mi ñaño. Y la culpa, siempre la culpa.
A la final quedó el sin sabor de haber perdido el momento de alegría de los regalos que trajimos para todos. Mi bro regresó al día siguiente con un cuento inverosímil de héroes y ladrones. Uno se equivoca enormemente cuando espera cosas de los demás.
Y eso también es parte de la rutina, solucionar esos problemas: conciliar la carga emocional, ser el soporte familiar, lidiar con mi propia pena y regresar a la oficina para cumplir con todo lo que la gente espera de mi no en trabajo, sino en habilidad. Estoy ya de vuelta, la oficina nueva no es tan fea pero todo está en cartones.
A la final no me he graduado aún, me fui de vacaciones antes de ello, estoy en tramite. El blog sigue un poco abandonado mientras me iguale en trabajo y me incorpore de una vez. En el intermedio estoy divirtiéndome subiendo las fotos del viaje a mi flickr.
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viernes, septiembre 14, 2007
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