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miércoles, junio 04, 2008

La otra

(The winner, the looser, and the poser - Parte III)
Fernando está profundamente enamorado de Isabel. Todo relato debe comenzar con una certeza seguida de un punto seguido. A veces se atreve a decírselo, bajito al oído, susurrando apenas. Te quiero. Te quiero. Solo a veces.

Fernando es el amante de Isabel, pero eso el lector no lo puede predecir aún, es necesario destacar el hecho, aunque no explique nada, todavía. Y aunque habrá quien advierta algo de misterio, es poco probable adivinar el adulterio.

Hoy otra mujer amanece junto a él, aire compartido, alientos fatigados, una mujer totalmente distinta a la que ama, portadora de una oscura cabellera que lo inunda todo y se extiende sobre las almohadas. Por ahora es imposible conocer o entender cuáles son los motivos que llevan al protagonista a traer otra a su cama, no bastará con decir que son equivocados.

Y ahora aprovechando nuestra distracción en esos detalles, esta otra mujer, sin nombre ni rostro, se ha levantado sin ser vista y pasea desnuda por la habitación, no ha amanecido todavía, desliza inocente sus caderas descubiertas por cada rincón de la pieza, hurgando sin querer, o tal vez queriendo, encuentra las pruebas, rezagos que toda relación significativa va dejando en el tiempo.

- No toques eso. - Casi como un ladrido, agresivo Fernando desde las sábanas, su molestia es real, pero no se ha despertado lo suficiente para notarlo.
- ¿Es tu novia? -pregunta con una curiosidad disfrazada de sorpresa mientras aun sostiene la foto entre los dedos.
- Que dejes.
- Dejo, pero tu responde, dime, ¿dónde está ella ahora?
- Ella vendrá, algún momento volverá.
- Ah, entiendo, la engañas conmigo mientras dure su ausencia, digamos, como para ganar tiempo, o acaso sobrellevarlo con alguna gracia. -No hay un mínimo de sarcasmo en sus preguntas.
- No la engaño.
- Oh... - es aquí donde podría arquear levemente la ceja, pero hemos dicho ya que esta otra no tiene rostro- no la engañas, nosotros, anoche, la semana anterior y también hace dos semanas, somos ficción, fantasmas inexistentes.
- No la engaño –Fernando está repitiendo sus respuestas cual si hablara con su propia sombra- me miento a mí, creyendo que estaremos a mano, que durmiendo contigo mi orgullo no se sentirá lastimado.
- Y luego ella vendrá... (acaso también se irá, todas nos vamos)

Solo Isabel tiene forma. Tiene los ojos celestes y el cabello ensortijado.
Fernando no vuelve a pronunciar palabra, lo único que puede ocupar su mente ahora son las funestas despedidas sin promesas de retorno, y en cada adiós él convenciéndose de que aún hay esperanza, que el amor existe, solo no se lo ha permitido quedarse. Palabras susurradas entre sueños. Cariños dichos al oído que nunca fueron escuchados. Sonidos lejanos, como el agua que ahora cae en la bañera, y debajo, la mujer desnuda que hasta hace poco paseaba por la pieza revolviendo algo mas que fotos y recuerdos.

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