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martes, diciembre 09, 2008

mi chip defectuoso

Mas allá de lo típico, yo tengo esa característica de poder llevarme mucho más fácil con hombres que con mujeres y llegar a ser casi uno de ellos. Mi hermano decía que a partir de cierta edad, me convertí en el hermano varón que siempre quiso en lugar de una mujercita; y con mis más cercanos de la universidad, Rodian y Carlos, hablábamos tan directamente de las cosas, que me veían sencillamente como un chico en el grupo, claro, un chico en cuerpo de una mujer bonita que de vez en cuando tenían que cuidar, y tratar bien para sentirme mimada.

Acá con el grupo de varones con los que más comparto viene a ser lo mismo, y lo empiezo a encontrar molesto. De repente me encuentro escuchando comentarios re directos que a ninguna otra mujer se los dirían. Y no es que sean las otras personas, pasa con todos. Siempre soy yo la que se banca las cosas de manera fresca, por ese terrible defecto mío de creer, y apostar por la bondad de la gente. La bondad rebuscada, la que no se nota sino solo en pequeños momentos de fragilidad; y creerme casi una heroína por tener la certeza de que yo, así como soy, tengo la suerte de haber participado y sido testigo de esos momentos vulnerables en los hombres que luego, frente a la gente, o incluso a solas, en presencia tan solo de nuestros egos, pueden decirme cualquier barrabazada.

Y es ahí cuando yo sé que de buena, de cool, de open mind, pasé a estúpida, una persona manejable, esa que sabes que está ahí pa las buenas, las malas, los maltratos, las disculpas y todo lo demás sin ofenderse.
No es un don el no ser resentida, no es una cualidad loable el saber perdonar tan rápido y fácil.

No es que no sea femenina, no creo que me falte ese toque glamouroso que tienen las damitas, (quizá si lo es :( y no me permito aceptarlo). Tan simple como que no tengo la capacidad de poner un límite a la falta de respeto. En ocasiones estoy conversando con amigos, que no tienen reparos en lo que dicen, porque saben que no me voy a enojar, y yo trato de hacerme la digna, poner el grito en el cielo, me pregunto ¿qué haría la nena en estos casos? y sencillamente me sale mal, porque no me alcanza para ser tan diva. Solo soy yo, la man en la que la gente confía, y posteriormente se abusa, esa que se lo aguanta todo, convencida de que lo mejor es ser buena con todos, de creer en la gente una y otra vez y solo darse cuenta cuando ya el limite quedó muy atrás.

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