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jueves, enero 27, 2011

Siete años

Ya son siete años. Ese día fue lunes, yo estaba con mi uniforme verde del banco. El día anterior habíamos llegado con Chello de un viaje a las termas de papallacta, uno de los mejores viajes que hicimos, llegamos cansados, con ganas de estar en casa. El lunes temprano recibí la llamada alarmante de mamá.

Nunca voy a olvidar como me escabullí entre la sala de emergencias hasta llegar a la habitación donde trataban de revivirlo, y como ese aparato de líneas verdes anunció con una recta indefinida el fallecimiento de mi abuelito. Minutos antes una tía me había dicho "es sólo un susto mija, va a estar bien".

Tampoco voy a olvidar como en ese momento, todos los médicos y enfermeras de la sala se tomaron de las manos formando una cadena, otra de mis tías que también estaba en la sala conmigo, con la mirada desencajada ante el cuerpo inmóvil de mi viejito, me tomó también de las manos y empezaron a rezar por el alma que se iba. Yo lo imaginaba ahí con nosotros, viéndose a sí mismo. Susurrándonos al oído que estaba bien (o no) que estaba ahí, que no nos dejaría (o si).

Ya son siete años, y su ausencia nos ha jodido a unos más que otros. Ese día y los meses que siguieron, lloré rogando que el mundo se detuviera, que no existiera nada mas a partir de ese instante. Pero todo siguió su curso, y eso es lo más me impacta de la muerte, que todo sigue igual para los vivos y que las risas no tardan en llegar.

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2 comentarios:

Unknown dijo...

Sabes So, a veces no entendemos como va la muerte, ni cuando viene ni cuando se va, no sabemos si esta a lado de nosotros, o quizás nosotros estamos a lado de ella a cada paso que damos.

Pero lo único que se, es que cada sonrisa, cada momento, cada palabra, cada pensamiento, cada lágrima, cada mirada, cada caricia, que recibimos de las personas que se quizas se fueron o quizas estan entre nosotros aún, aquellos momentos, aquellos detalles aunque duelan, son los que nos hacen continuar aun mas en este largo, tenso, dulce y amargo, tierno e intranquilo camino que se llama vida, en donde a veces la muerte da paso a la vida y viceversa.

En un torbellino sin fin de ideas y emociones, en donde la única esperanza es de encontrarnos todos en algún sitio con mas tranquilidad y con mas paz, para seguir disfrutando uno del otro, asi como lo hicimos en la vida, quizá lo haremos en el mas allá.

Sonrie y nunca pierdas la esperanza ya que eso es lo ultimo que se pierde en esta vida.-

larga Vida mi estimada So.

Anónimo dijo...

Hola So: yo tambien perdí a mi abuelito hace algunos meses y como dices tú, las risas no tardan en llegar pero el vacío sigue en el corazón, siempre extrañándo.