Desempolvando los escritos

Pero con qué derecho una mujer como aquella se atreví­a a mirar al cielo y maldecirlo? Cómo? una mujer tan vil, de quien todo el mundo sabí­a su pasado, que no se merecí­a la misericordia de Dios ni su mas mí­nima bendición...

Sin embargo Lucí­a, pensaba que aun existí­a la posibilidad de ser feliz, que los sueños se cumplen tan solo si nos despertamos para cumplirlos, que todos quienes la acusaban, no podrían jamás lanzar la primera piedra.
Que nadie sabia su verdadera historia, y que si! Aún estaba a tiempo.
Si, tenía el derecho de reclamar al cielo incluso también al mismo infierno.
Por qué cuando intentaba darle un nuevo rumbo a sus días, todo le salía mal?

Al llegar la noche se desvestía de sus rencores, recostaba su cabeza sobre sus miedos e invocaba alguna estrella mensajera, arropada con su soledad descansaba profundamente para seguir con la lucha al día siguiente y demostrar a quien le interese saber que era más mujer que ninguna otra, más humana, con un pasado que la llenaba de experiencia y que eso la convertía en mejor persona que todos aquellos que tienen miedo de vivir por no equivocarse prefiriendo el arrepentimiento del ¿y si hubiera?. Como esos que caminan por la vida con un corazón completamente vacío.

Esa noche cuando el sol apenas se elevaba entre bostezos perezosos y la luna se escondía esquiva al día, la estrella que Lucía anheló siempre, descendió del cielo y su luz inundó la habitación hasta casi cegarla; pero ella ya no necesitaba más de sus ojos ahora, dejó que la claridad la envuelva y ascendió con el astro hacia el firmamento.

En la tierra nadie se asombró de su desaparición, no les interesó y simplemente la dieron por muerta; los negocios andaban mal por esos días, y la gente tenia mejores cosas en que ocuparse, como en buscar a alguien más a quien hostigar con sus criticas para no sentirse tan vaciós por dentro.