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martes, enero 11, 2005

Despertando...

El sábado fue un dí­a triste...
Desperté acontecida... inevitablemente me puse a pensar en el cuento aquel que publiqué respecto a la chica (yo) que sale de su casa y se encuentra con el muchacho, etc.

Ese cuento lo escribí­ hace casi tres años, cuando aún viví­a con mamá; y me puso peor pensar en cuanto he cambiado, casi no me reconozco, las cosas que han pasado me han transformado en otra...

Esa noche seguramente tuve una pelea con mi má y querí­a huir de su casa... lo curioso es que 10 meses después me fui.

No tuve que saltar por la ventana, salí­ por la puerta grande, con las bendiciones de mi familia, y mucho mas que las llaves y el teléfono, me traje mi armario entero, mis muebles, mis cuadros, muchos, pero muchos regalos de gente que me deseaba lo mejor... salí­ en un dí­a de sol con los cabellos rojos al viento destellando el brillo de mi felicidad.

Sin embargo año y medio después, hay dí­as que me siento igual de atrapada, encerrada en un departamento hermoso, sin una sola posibilidad de escapar...
Y no es que siempre quiera fugarme... solo en dí­as tristes como el sábado, pero las cosas cambiaron, yo no soy la misma que se atreverí­a a salir una noche cualquiera y caminar por las calles, tendrí­a miedo de que me roben, porque ultimamente en Quito te roban en cada esquina.

Y si por fin huyera... tendrí­a mucho equipaje por preocuparme, dos mudas de ropa no me alcanzarí­an. El dinero, el trabajo, las responsabilidades... tantas cosas me mantienen quieta.

Y hablaba de ello con mi amiga Ga, quien al leer el cuento me imaginada con un saco grande de los que usaba antes, al hombro la mochila del cole y fresca y coqueta con el fulano.

Y reí­amos porque ahora ni siquiera uso los sacos XXL sino unos chiquitos y apretados que dejan ver lo flaca que me ha puesto la U y el trabajo.

Ga decí­a con una risa de tristeza y nostalgia que una ya no puede andar vagabundeando ni mojándose en las calles, ni saltarse por la ventana... irí­a a parar en el garaje y sin alguna parte del cuerpo.

Ahora ya no puedo fumar tanto como lo hací­a antes, gracias a una medicación con hormonas que me provoca asco al tabaco (aunque igual de vez en cuando me fumo un tabaquito recordando lo rico que era sentir el humo en los pulmones).

Y me perderí­a de la ilusión de encontrar un tipo tan bien parecido y tan dispuesto, pues la psicosis de violaciones que se vive en mi "linda ciudad" me impedirí­a acercarme al muchacho en cuestión y portarme evasiva y coqueta hasta que quede prendado de mi.

El asunto es darme cuenta que lo chévere era vivir así­, pensando que lo tení­a todo bajo control, sueños de niña, y q pendejada q es crecer y despertar y saber que el mundo es mucho mas grande, que tienes que trabajar muchos años y aún así­ no se consigue todo lo que se quiere.

El sábado fue un dí­a triste, de esos en que anhelas volver a ser niño y que las cosas sean tan sencillas.

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