Relato de una tarde de lluvia

El ruido en el techo pronosticaba lluvia de media tarde.
Con resignación miré al cielo para descubrir que tan negras estarían las nubes, las mismas que empezaban a tomar un color plomizo, y anunciaban que sería una noche de calles mojadas, nada de salir a vitrinear, a menos que quisiera conseguir un resfriado.

Mís tarde los pájaros callaron súbitamente y la tormenta prevista empezó a caer en torrente desde el cielo. Gotas gruesas ahogaban precipitadamente la bulla de las calles.
Cruzaba el puente cuando sentí las primeras gotas en mis brazos. Caminaba de vuelta a casa a paso normal, sería ridículo tratar de evitar el agua. Eran las seis de la tarde y las luces de los faroles encendiéndose anunciaban que la noche llegaba y lo hacía con lluvia.

Me faltaba aún caminar algunas cuadras antes de llegar a mi hogar tan anhelado. Mi ropa empapada, mi cabello negro goteaba, mi nariz húmeda igual que el resto de mi cuerpo.
Inevitablemente sentí esas ganas de fumar que me dan cuando llueve torrencialmente, bajo la cubierta que me otorgaba un frondoso árbol, entre pitada y pitada veía a la gente desesperada en sus vehículos, con la prisa de llegar a algún lado, casas, moteles, bares, quién sabe con esa manía de entorpecer el tráfico.

Por eso es que me gusta cruzar la ciudad caminando. No tengo apuro, puedo bajar por una calle cualquiera sin fijarme en la designación de "una vía - doble vía" doblar a la izquierda o derecha según mi antojo. Cruzar un parque, acortar el camino.

Se acabó el cigarro, la lluvia no cedió, ni trató siquiera de hacerlo. Seguí caminando esquina tras esquina cada vez mas cerca de mi destino. Una taza de café al llegar, otro baño pero esta vez de agua caliente, velas y música de fondo para terminar la velada.