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martes, abril 11, 2006

Limitaciones del lenguaje

Empecé a escribir porque se me hizo a manera más fácil de comunicar algo, de transmitir lo que quería y lograr que el resto no solo conozca y entienda el mensaje de mis palabras, sino también lo pudiera sentir, tal como yo lo hacía.

Con el tiempo fui tratando con varios estilos y desechándolos según me quedara mejor; y para eso también me sirve el blog, cuando al fin tengo una idea que podría servir para cuento, juego con ella, la relato en primera, segunda y tercera persona, conjugo los verbos en distintos tiempos, estiro el lenguaje en tanto en cuanto el castellano me lo permita, y publico según el mejor resultado.

Hoy pensaba un poco en las barreras que encuentro en el idioma, pese a conocerlo tan bien, utilizarlo a diario, masticarlo y estudiarlo durante años.

Pensaba en Edipa jugando al mimo con Pio; la imagino un poco confundida y/o encerrada en lo difícil que puede ser saber tanto y de hecho tener que dejar su conocimiento a un lado, verse obligada a acudir a los gestos para tener una conversación simple, quién soy, de dónde vengo, qué hago.

Pensaba en todas la peleas que tuve con el señor marido de la So, cuando decidió un día que nunca más me diría "te amo", cuando renunció a toda expresión parecida para que yo pudiera aprender a notar su cariño en sus actos, sus risas y todo lo que día a día hacía por mi.
Y me costó muchísimo acostumbrar o desacostumbrar el oído a que jamás hubiera un te amo, te quiero, te pienso.

Y pensé en todas las veces que dejamos de decir alguna cosa, porque no alcanzan las palabras, porque no hay forma de acomodar el idioma, porque por más esfuerzo que ponga en redactar las oraciones adecuadamente evitando tautologías, a veces, un me haces falta, no te alejes... no sale o no es suficiente.

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