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lunes, octubre 24, 2005

Recuerdos

Lo malo de limpiar los cajones es que a veces uno se encuentra con cosas tristes.
Recuerdos.
A mi me pasa así­.

Y es que haciendo una limpieza de carpetas encontré una serie de escritos a mi abuelito, los cuales no voy a reproducir aquí­, o por lo menos no en esta ocasión.

El hecho es que considerando todas las cosas que me ha tocado vivir, situaciones difí­ciles que he logrado superar, creo que lo peor ha sido perder a mi abuelito.
Y no creo haberlo superado aún.

Entre las cosas que más me afectaron, fue el hecho de no saber porque el tiempo no se detuvo con su muerte, no logro entender como todos pudimos, y de hecho lo hacemos, seguir con nuestras vidas como si nada pasara. No entendí­ como pudimos sonreí­r después de su muerte, como nos reunimos a pasar un buen momento en navidad, como podemos entrar a su casa y sentirnos bien, aunque él no está caminando en los pasillos.

Me afectó también levantarme un día, habiéndolo olvidado todo, dispuesta a visitarlo, y a eso de las diez de la mañana llamar a saludarlo, para que al tercer timbrazo, la realidad me cacheteara, y llorar desconsolada en el trabajo sin poder explicarles que me dolí­a no poder ir a la oficina de mi abuelito.

Hubiese querido despedirme, pero eso es lo que menos importa, porque durante 19 años nos adoramos y es un consuelo a la hora de extrañarlo.
Cómo pudimos seguir viviendo con la misma naturalidad después de su muerte. Hace tanta falta en casa.
Me habrá recibido en su regazo y rascado mi cabeza hasta que yo me duerma, por lo menos unas cien veces, y aún siento que pudieron ser ciento una.

Cuando mi abuela abrió sus cajones y reorganizó sus pertenencias, encontró esos dibujos, poemas, cartas y cuentos que le escribí­ desde niña. Ahora los guardo yo.

Luego de mi abuelo, algunos seres queridos han fallecido, por edad o inexplicablemente. Lo he tomado con más calma. Pero que vací­o se siente al revisar la agenda de contactos y encontrar sus nombres, y ahí­ mismo dejarlos, por una especie de respeto mal llevado o porque no tengo las fuerzas para eliminarlos. Así somos los que coleccionamos recuerdos.

En tu honor mi estimado Gregorito, aprovecha estos últimos dí­as pa despedirte de tu abuelo. De ti depende conservar solo buenos recuerdos.

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