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lunes, octubre 10, 2005

Sueños

Pesadillas



Siempre he sentido cierto orgullo de poder recordar con lujo de detalles cada uno de mis sueños de la noche anterior.

Durante la ultima semana he tenido pesadillas, lo cual se agrava con un sentimiento de angustia ni bien me levanto.

De anoche, apenas recuerdo esto:

Ibamos en algo as­í como un tren subterráneo bastante más rápido de lo normal, las ventanas estaban rotas y la luz blanca se apagaba y prendí­a todo el tiempo.
Estabamos acurrucados en el piso y con algo de miedo, aunque no logro precisar miedo de que; un perro estaba tranquilamente recostado a mis pies, de repente vimos venir otro el cual para nuestro asombro, se echó en el piso.

El "subte" seguí­a su curso mientras un tercer perro se acercaba a nosotros con la boca abierta, sin duda furioso, lo habí­an mandado a matarnos. Logré agarrar su hocico con mis manos, se lo torcí­ sintiendo el crujir de sus huesos, a los pocos segundos yací­a a mi lado, yo aún temblaba.

De repente llegamos a nuestro destino, una casa gigante, tipo mansión con rejas y otras seguridades, sin embargo las puertas se hallaban abiertas.
Nuestro transporte para acercarnos era un carro grande, creo una furgoneta, hací­a frí­o y los vidrios estaban empañados. Casi ya a la entrada vimos algunos animales muertos, la mayorí­a caballos, al pasar a su lado, uno abrió el ojo, me miró fijamente, a gritos le supliqué al conductor se detuviera.

- Ese no está muerto, detente, podemos salvarlo, pero el carro no paró.

Más allá, los cuerpos que encontramos, eran de personas, una mujer vestida de rojo, nada elegante, sobre la hierba, su pelo le cubrí­a el rostro.

Pasamos junto a un hombre de abundante barba que arrodillado sostení­a un bebe entre la tierra y sus brazos, bajé el vidrio de mi ventana y le pedí­ que subiera con nosotros.

- Para ti es fácil decirlo, pero no puedo dejar morir a mi hijo - dijo el hombre sin regresar a ver.
La furgoneta se detuvo, y lo más dulcemente que mi miedo me permití­a le expliqué que el bebé morirí­a de todas formas y que ahora solo quedaba él. Que yo querí­a ayudarlo.

- Sube, o tú también morirás, a menos que ya estés contaminado. - con las últimas palabras regresé a ver al conductor del auto- ¿o es que ya lo está?

El hombre que manejaba apenas titubeó, encendió nuevamente el motor y arrancó sin responderme,
Yo aún veía al hombre, su bebé había muerto.
Nuevamente con la mirada en el conductor pregunté ¿a el ya lo contaminaron?
Y solo su voz me respondió "Él ya está muerto. Lo que ves no es más que un fantasma"

Lo que antes fuese el hombre, era ahora un cuerpo descompuesto.

Entramos a la casa, habían voces y gritos de mujeres en todos lados, subí las escaleras pero un ruido ensordecedor me confundía, me veía a mi misma gritando, algo acerca de una maldición, no lo recuerdo, el ruido se hacía más fuerte, como si una demolición empezara, un sonido constante, como uno de esos taladros de construcción, rítmico.

La escena desapareció, y desperté por los ronquidos de quien duerme junto a mí. Un tanto decepcionada, la verdad, pese a que lo moví, no dejó de roncar, cerré nuevamente los ojos pero solo volví a ver al tercer perro que mostrando los colmillos se lanzaba a hacia mi, una y otra vez.

Apenas las 9 de la mañana y no pude conciliar nuevamente el sueño; no tuve otra opción que empezar el día.

Por último, si alguien tiene una idea de que puede significará me avisa.

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