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lunes, febrero 20, 2006

El sábado...

La primera etapa es la negación.
No puede estar muerto, se habrá caído y golpeado la cabeza, pero no muerto, aun hay tiempo de llevarlo al hospital.

Llegas al sitio, los hechos son evidentes.
El olor a muerte no da lugar a la negación. El cuerpo lleva mas de tres días en ese estado, en proceso de putrefacción, de descomposición, tres días... no te atreves ni a mirarlo. Y aunque quisieras, la policía no deja que, por el momento, nadie más vea la escena.

Se levantan algunas versiones de lo que pudo ocurrir, crónicas de aliento para la familia.
Tus pensamientos son fríos, no sé porque cada vez que alguien fallece tú te preocupas más por lo externo, quién sabe, quién no, a quién hay que avisar, cómo van a hacer el papeleo, a la esposa mejor no.
A la abuela, a tu madre.
Lo cierto es que últimamente está pasando muy seguido, no es un año para celebrar vida.

No te duele tanto el muerto sino los vivos. Tu madre, tu abuela. Quizá lo mejor que ahora puedes hacer es brindar consuelo. Poner el hombro a disposición para el que quiera llorar el vacío.

Pronto llega el grupo de homicidios y levantamiento de cuerpos de la policía, las preguntas de rigor, si él tenía problemas, si tenía enemigos, si vivía solo. Dicen que el hedor es demasiado, será mejor sacar el cuerpo de una vez y llevarlo a la morgue, pero encuentran un revolver y la situación cambia drásticamente. No tardan en aparecer los medios sensacionalistas que quieren cubrir la noticia. No hay nada que cubrir, este es un asunto familiar.

Esto no lo puede saber la abuela ni las tías.
Llaman a criminalistica. Serán 5 horas de espera.
Cinco horas en que los mil moscos se duplican, y el policía te dice sin inmutarse "menos mal que el sitio es seguro, porque de lo contrario las ratas lo hubieran devorado."

El sol es terrible, quedamos pocos a la espera, aquellos que se han comprometido a cargar el cuerpo luego de las investigaciones del caso, y es que los miembros de la policia no se arriesgan en estos casos por miedo a infecciones. Aparecen los vecinos, los entrometidos. Tú, siendo tan tranquila y sumisa, te transformas en una fiera que con un coraje insospechado mandas a los curiosos lejos de allí.

Últimamente tu afición por series como CSI y otras semejantes respecto a descubrimiento de crímenes en base a pistas y evidencia, ha aumentado, quieres ver como es que hacen estas cosas en Ecuador. Hasta te enteras que en esta situación ya no existen las huellas dactilares, se llaman necrodactilares.

Has entrado varias veces al departamento para una u otra cosa, sin embargo aún no has visto el cuerpo, tres días, todos dicen que está irreconocible. Te has acostumbrado al olor, aunque parezca imposible, tú que eres temática con los olores, que todo te causa nauseas, esta vez no, podrías pasar ahí otras 5 horas, el olor es lo de menos.

Lo miden todo, van colocando números amarillos en distintas partes de la habitación, toman fotos, filman cada cosa. Los miras desde la ventana, ves como guardan en una funda plástica el celular, el reloj, el arma, las balas. El cuerpo yace en el piso, y los policías pasan sobre él con un salto o estirándose por sobre la cama, de pronto, el brusco movimiento de uno de ellos, te deja ver parte del cadáver, tan solo una mano, un dedo. La imagen es suficiente para asegurarte las pesadillas durante la noche.

Quieres creer que la locura es un estado terrenal, que del otro lado eso se va, y que todas sus amenazas y las cosas que decía que haría después de muerto, han desaparecido también hace tres días.

Pronto comienzan a salir, se te acercan dos policías y empiezan a interrogarte, si tu sabias de la existencia del arma, si el tenia problemas, quién más vive ahí. Respondes sin decirles mucho, no creo que a estas alturas haya algo que ocultar, pero no quieres ser tu la que suelte la boca.

Entre seis hombres envuelven sus restos en 2 cobijas y con ayuda de una camilla vieja y destartalada lo suben a la ambulancia de la policía que lo llevara a la morgue para la autopsia. Puedes ver como chorrea sangre a través de las cobijas... y esta es la ultima vez que veras sus restos, porque dada la situación no hay cofre que aguante, la cremación es obligatoria.

Todos nos vamos, hay que pensar alguna mentira con matices de verdad para decirle a la abuela. Ojalá y sobreviva al golpe.

No estoy en contra del suicidio, aunque es complicado al momento de consolar a alguien decirle "solo Dios sabe como hace las cosas y él decidió ya llevarlo a su lado" No sé si fue decisión de Dios, no sé si esté a su lado. No sé si tenemos el derecho a quitarnos la vida. No estoy escribiendo esto para formar juicio, eso no me importa.

De todas maneras, creo que si uno toma una decisión de esas, es en parte porque quiere dejar de ser un problema para el resto. La manera en que él lo hizo, no constituye específicamente un ahorro de problemas.

La abuela llora desconsolada y solo sabe la mitad de los hechos, está enferma, este golpe es muy duro, se siente culpable, recuerda episodios de su niñez, cosas lindas y se vuelve a echar la culpa.

Siempre he creído que uno tiene el derecho de arruinar y/o terminar con su vida. Si quieres morirte hazlo, pero no salpiques. Y está vez la salpicada es grande, nos salpica a todos, a sus hermanos, la familia en general.

Y aún así espero que descanses en paz, que Dios perdone tus ofensas, en el hipotetico caso se que se sienta ofendido, que tus tormentos hayan desaparecido, y que puedas gozar de la compañía del abuelito y de esas otras personas que poco a poco nos han abandonado.

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