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viernes, febrero 10, 2006

Traiciono a mi esposa porque ella no come mote en las esquinas

Ayer pensé que la sinvergüencería llegó al colmo del cinismo.
Salía del Hilton Colón después de haber participado en el lanzamiento del proyecto más ambicioso del lugar en que trabajo; y resulta que me detuve en el lobby del hotel para esperar un taxi pues, el aguacero que caía no le hubiera venido bien ni a mi salud, ni a la pinta de oficinista que cargaba (mala idea ir con falda).

Cuando finalmente apareció un taxi, me creí afortunada porque después estar de pié 5 horas, sonriendo a cada hombre que se me apegaba más por el par de piernas que por la conversación... mi cansancio estaba pidiendo clemencia y sitio donde sentarse...

Cubriéndome de la lluvia lo que más pude, subí al auto e indiqué al chofer dónde dirigirse.
Él respondió: Listo!! Allá mismo vamos.

No pasó ni un minuto que, Flavio (hasta su nombre me dijo) inició la interlocución más estúpida o más interesante que yo haya escuchado de ningún taxista.

- Debe tener frío cierto?? Si yo que estoy en auto y traigo pantalones estoy congelado... usted cómo estará... ahorita no me pongo la chompa porque es de plumón y como es grandota estorba para manejar... ahí en la cajuela le ando a llevar... me trajeron de España esa chompa. Además es media formalita y como yo también tenía una reunión allá en el sur, tocaba vestirse medio elegante.
Hay un tráfico terrible allá, hasta hambre me dio de tanto semáforo en el que me tuve que parar... ahí me desvié a pegarme unos hornados.
lo malo es que como ya era tarde el plato no estuvo tan bueno, me faltó... tocó ir al camal a pegarse los yaguarlocros, son buenazos ahí, es un lugar bien bonito
Yo tenía una amante a la que le encantaba ir para allá...

Callada, mirando las fotografías que había tomado en el evento, alcancé a balbucear un: ahhhhhh... que, considero suficiente para que cualquier interlocutor que tenga dignidad piense que su conversación no me interesaba en lo más mínimo pero no... este hombre interpretó todo lo contrario mi monosílabo fue la motivación perfecta para que continuara.

- Si, -dice él- tenía esta amante... y como uno es caballero tocaba pues, de vez en cuando darle un detallito, alguna cosita A las mujeres les gustan esas cosas, se vuelven locas con esas pendejadas tan chiquitas.
Las flores por ejemplo, tenía otra amante (no la misma) que me sabía decir:
- Negrito, si vos me traes flores todos los días, yo el calzón me bajo. (supongo que no se lo había bajado antes no?? sino el negocio ya estaba hecho y no había razón para proceder con el pago)

Ahí fue cuando mi atención se desvió de la cámara, hacia al taxista, no podía creer lo que estaba oyendo, y menos aún entendía la confianza con la que el hombre me hablaba. Sólo miré el retrovisor y sin decir palabra volvía a fijarme en lo que traía en mis manos pensando en si debía bajarme o decirle al tipo que cerrara su boca porque sus amantes me daban igual.

Sin embargo, no hice ninguna de las dos cosas y no sé porqué razón le terminé contestando:

- Los detalles son importantes para las mujeres, pero no como para llegar a esos extremos.

Él contestó:

- Si sooooooon, ja ja... yo que tengo 44 años he aprendido que las mujeres se conquistan a punte motel y detalles. Por ejemplo en el Hawai, hasta camas de agua hay, uno pide que le lleven todo al cuarto y sólo al baño tiene que levantarse, luego paga lo que corresponde y ya... para una próxima vez uno ya no tiene ni que invitarles, solitas le piden a uno que las lleve.
Con esta amante que le conté primero íbamos bastante allá... claro que hay otros sitios no, pero a ella le gustaba ese... ay esa mujer (suspiro) era un caso, yo le decía mijita vamos a tomar una colita con pan y ella decía "bueno mi rey que rico".
Yo le decía vamos a comer un motecito, así no más en cualquier esquinas... y ella decía "si papito gracias" Ayyyy (suspiro otra vez) yo le llegué a querer bastante a ella, y eso que siempre he tenido mujeres, pero ninguna como esa, dure 8 años con ella... luego ya nos separamos porque también era casada y le entró el miedo de que el marido le descubra.
Yo por mi parte, tranquilo estaba, mi mujer sabía todo verá, y no me decía nada porque las cosas que a mi me gustan, a ella no...

A uno le toca conseguirse otra para ir a comer el motecito... y es que si la mujer de uno no quiere acompañarle a esas cosas... uno no tiene porqué aguantarse las ganas o porqué ir solito a comer.

Fue entonces cuando llegué a casa, pagué los dos dólares que marcó el taxímetro y me bajé del auto.

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