Sandra, Gaby, So
De esa época en la que te da por hacer grupitos, y hasta ponerte un nombre.
El nuestro era SaGaSo
Graffitié un montón de paredes con dicha palabra... con la certeza de que solo nosotras sabíamos el significado del atentado cometido contra las limpias paredes de Quito y Puerto Ayora.
Recuerdo que la primera vez que ví a Gaby me pareció desesperante, bailaba sobre un pupitre, gritaba queriendo ser escuchada, y estaba con dos tipos que solo la veían siguiéndole la corriente, quizá con el ridículo pensamiento de es mejor estar de su lado que en su contra.
En esa época no existía la So de ahora que le hubiera hecho frente, simplemente la ignoré y seguí con mis cosas.
No sé en que momento empecé a tratarla.
Hasta llegar al punto de hablar largas horas por teléfono todos los días, vernos cada tarde, siempre con la misma emoción que si hubiésemos estado separadas largo tiempo.
Par de años más tarde se nos unió Sandra.
Complemento perfecto para nosotras. Yo seria, Gaby un tanto loca, Sandra calzaba en el grupo de lo inclasificable e indescriptible. Muy inteligente por supuesto, con un cuerpo de modelo de esas que ahora están de moda, y con una voz grave que atraía o alejaba a los hombres, dependiendo el caso.
La So era retraída e introvertida, pero como gozaba con ese par de dos, encerradas en mi habitación entre la risa y el llanto que pueden venir como consecuencia de contarnos abiertamente los problemas, los traumas, las dificultades y luego salir a la calle cual si hubiésemos fumado algo, estúpidas de la alegría.
Ga estuvo en la época de mis primeras farras, esas que ahora ya no tengo, yo la veía en su casa, hablábamos del fulano, el mengano y el sutano, esos del San Gabriel que nos tenían ilusionadas. Poco maquillaje, con un jean simple y la blusita de rigor íbamos al sitio que se nos antojara. La Ga era popular y podíamos entrar sin mayor problema a cualquier sitio.
Regresábamos temprano. Ninguna fumaba ni tomaba. Caminábamos a eso de la una agarradas de la mano. Y era raro que yo no me sintiera incomoda con ese roce.
San no salía, típico, la madre que cree que manteniendo a su hija en casa hasta los 25 va a evitar que cometa los mismos errores que su hermana mayor.
Con Sandra nos divertíamos en el club de periodismo. Coqueteando las tres al mismo tipo y luego rifando su suerte entre nosotras, y lo hacíamos con la inocencia que se te quita cuando creces, sin ninguna intención de ser cruceta.
Gaby empezó su vida sexual mucho tiempo antes que yo, y eso era quizá de lo que más hablábamos en un tiempo. Ella me enseñaba las cosas básicas, me describía actos, posiciones, detalles intimos, los hombres no tienen idea de lo que pueden hablar dos mujeres.
Y también las decepciones amorosas, esas que forjan el carácter de la pura decepción. El primer amor.
Gaby y Sandra se hicieron más cercanas con el tiempo, yo seguía en mi mundo, el Imperio, los libros, el platónico, esas cosas...
Me las encontraba siempre juntas, abrazadas riendo, Sandra siempre agarrada de la mano de Gaby y eventualmente se lanzaba a abrazarme, pero yo, esquiva, la retiraba. La adoraba, pero nunca fui muy dada a las demostraciones de afecto.
Te amo amiga So... siempre lo repetían. Te amamos amiga So. Frase que se deformó en te amo amigazo... y yo sin quitarles la mirada esbozaba una sondrisa, decía "Yo también te quiero", y empezaba a cantar un poco de esas canciones de El retorno, que en esa época empezaban a gustarme de sobremanera.
Luego yo partí. La última tarde de SaGaSo juntas fue increíble, caminar por el sur, morochos en un restaurant cualquiera. Las fotos del recuerdo. Entre lagrimas despidieron a la mujer de cabellos de fuego que huía de la cuidad de asfalto para probar suerte por otras tierras.
Cuando volví nada era igual, hijo de por medio, y otros inconvenientes del tipo novio.
Estas líneas jamás podrán describir lo que fue ese grupo para mí. Lo recuerdo con la satisfacción de lo bien disfrutado.
Y termino el post con un dialogo que NUNCA en mi vida podré olvidar.
- Oye Ga, y que se siente tener un orgasmo?
- Es como... eee... no sé como decirte, verás, es igualito como cuando tienes muchas ganas de ir al baño y te aguantas, y quieres orinar y no puedes, te aguantas y aguantas hasta que llegas al baño y estas ahí, la sensación precisa de placer que sientes cuando ya al fin sabes que estas a un paso de sentarte.
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miércoles, febrero 15, 2006
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