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viernes, agosto 25, 2006

Cuidado!!!, excesiva carga de nostalgia en este post.

"Cada noche me quedo al pie de tu cama para cuidar tus sueños".

Recuerdo la alegría enorme que sentí cuando llegó a mi celu ese mensaje. Sin pensarlo dos veces abrí una carpeta para todo lo que él enviara en adelante y brevemente lo coloqué ahí con la certeza de que la memoria del teléfono pediría clemencia en menos de dos meses. No me equivoqué.

Y es que Daniel fue para mi, durante mucho tiempo, ese hombre maravilloso capaz de sacarme de las peores tristezas y de los más absurdos mal genios.

Las cervezas, los helados, las interminables caminatas y las incontables confesiones mutuas nos convirtieron en indispensables. Nadie era capaz de pensarnos el uno sin el otro.

Durante 6 años, sus crisantemos, notitas en papel encontrado y abrazos eran certezas diarias que llenaron mi vida de una alegría que jamás he vuelto a sentir.

Tal era su cariño y dedicación hacia mí, que en sus cumpleaños era él quien llegaba con flores en mano, diciendo que verme feliz era el mejor regalo que podía recibir.

De hecho, si en aquella época alguien me hubiera preguntado cuándo dejaríamos de estar juntos, hubiese reído mucho para terminar diciendo: eso jamás pasará.

Cuando él se fue, prometió no dejar de escribir nunca y así lo hizo, cada día un mensaje, un e-mail, un pedacito de canción de esas que entonaba con su guitarra cada vez que yo se lo pedía.

Hasta un otoño me envió por correo?

Como decía, en menos de dos meses el teléfono no resistía más cariño, difícil tarea la de borrar aquellos mesajes "menos significativos" por decirlo así. Claro está, antes de hacerlo los escribía en esa especie de diario que llevaba antes, para tener la seguridad de que no iba a olvidarlos jamás.

Fue difícil empezar a hacer todo sin él. Fue duro acostumbrarme a ser su niña especial a la distancia. Sin embargo, orgullosa debo decir que lo logramos. En los mejores y peores momentos, siempre lo sentí conmigo y tengo la certeza que a él le pasaba igual.

Me da mucha tristeza decir que ahora ya no sucede lo mismo, apenas si sé cómo está y qué hizo el fin de semana. A partir de su regreso definitivo todo cambió. Él se juntó con la mujer que ama y poco a poco entre el trabajo, los gustos y el pretexto del tiempo casi nos vemos.

Jamás hubiera pensado en una separación como la que se dio entre los dos. De pronto las preferencias personales empezaron a ser un problema y al contrario de antes, pues ya no tratábamos de coincidir o hacer a gusto, algo para ambos. Ya no había la opción de: primero vamos acá y luego nos vamos para allá.

No había más la media hora de su música y la media hora de la mía, incluso un par de veces perdí la paciencia y terminé contestándole horrible por sus bromas pesadas.

Hace un par de semanas comentaba con alguien que conocía de nuestra amistad, sobre el distanciamiento entre ambos, y él decía que las circunstancias actuales no eran tan extrañas como a mi me parecían.

Hablaba de la cantidad de personas que ha visto pasar por su vida y me decía que todos nos juntamos a otros por necesidad, de distintos tipos pero necesidad al fin. Comentario nada revelador, ni maravilloso, valga la aclaración, porque al final es completamente cierto, esa es la motivación.

Sin embargo, no deja de ser doloroso el tener que aceptar algo así. Entiendo que mientras estuvo lejos, él necesitaba de mí para no sentirse totalmente apartado de aquello que era y que añoraba cuando se fue.

Quizá durante dos años, ambos dejamos de ser los mejores amigos para convertirnos en referentes, en anclas de un pasado que no queríamos perder porque aquel tiempo juntos nos había mostrado una felicidad digna de indulto.

Realmente me costó mucho tiempo y dolor aceptar que la persona que soy ahora, ya no cuadra con lo qué es él. Juro haber intentando por todos los medios recuperar ese cariño e incondicionalidad tan grande que nos teníamos, pero no fue posible.

El vacío quedó y aunque me golpea todavía, ya ni la forma de extrañarlo es la misma. Mi necesidad de tenerlo a él se va perdiendo poco a poco y, mientras eso sucede, otras están cobrando fuerza y ya tienen ese "alguien" que las solventa. No como él, jamás como él.

PD. Al final la memoria del celu falló y pese a que trataron "ciertos datos se perdieron", dijo el técnico.

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