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lunes, octubre 23, 2006

Refugios

"La lluvia cae despacio, ya no hay flores para mi, me siento como un gato en un cajón..."

Es común escucharnos decir que odiamos las generalizaciones, y la verdad es que toda la gente tiende a generalizar. Esto por ejemplo, es mi generalización.
Y hablando de eso, aunque sé que no se aplica a todos los casos, estaba pensando que también a muchos nos gusta decir que lo que anhelamos con mayor afán en la vida es libertad y a veces incluso con mayúsculas, buscamos Libertad.
Y me atrevo a hacer otra generalización, esperando que la excepción confirme la regla, voy a decir que en medio de esta búsqueda utópica de libertad nos sentimos más cómodos buscando refugios, pequeñas cárceles, guaridas y espacios donde nos sintamos seguros.

A veces este refugio es el lugar donde emocionalmente nos sentimos menos frágiles, puede ser. Miedo con disfraz de dignidad. Un lugar donde escondernos, literal y figurativamente.

Un refugio puede ser también una persona, una ilusión, un amor imposible del cual nos negamos a salir, porque eso es lo conocido, el terreno tantas veces pisado, un sentimiento que sirve de pretexto para estar contentos cuando las cosas están mal, una excusa para estar tristes por el puro gusto de estarlo sin tener que echarle la culpa al frío.
Asumimos tal refugio como esperanza, quizá en el futuro pueda convertirse en realidad y la esperanza, generalmente, acolchona los golpes. Sin embargo no es real, en muchos de los casos aceptamos su falsedad y queremos vivirla con entereza.

Pero a veces atreverse a abandonar el refugio, muchos más allá de una prueba de madurez, es también despertar de un letargo, darse cuenta de la falacia. Aguantar la cachetada y sacudirse de los restos de nostalgia.

"... empezaste a hablar de trenes, di la espalda y no entendí que era tu manera de decir adiós" -Cristina y los Subterráneos-

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