Hace días que mi estómago ha dejado de retorcerse como al principio
Probablemente él ya ha olvidado ese hábito de recurrir al alimento para recobrar las energías que necesita mi cuerpo para ponerse en pie... Ahora, cuando quiero hacerlo, obligo a mi mente a coordinar ciertos movimientos y finalmente lo consigo, aunque muchas veces no sepa para qué.
En realidad, el destino más lejano al que arribo es el ventanal de este cuarto frío que cada minuto se vuelve más lúbrego.
Escuchar tan solo el susurro del silencio no ha sido una buena terapia y, aunque fue una decisión propia este aislamiento en el que vivo, reconozco que aquí no existe motivo alguno para sonreír.
Sin embargo, no puedo, no logro y, probablemente muy en mi interior no quiero, encontrar ese "algo" que incite mi voluntad.
De hecho, debo confesar que siento un temor descomunal frente a la posibilidad de enfrentar nuevamente a toda aquella gente que transita día a día por las calles. El hacerlo contigo siempre hizo menos dura la tarea de sobrellevar cualquier problema.
Hasta el día de hoy no puedo acostumbrarme a tu ausencia y, prueba de ello es que todavía conservo cada cosa tuya.
Últimamente se me ha dado por pensar en aquella "última voluntad" absurda que me describías entre sábanas y, dadas las circunstancias actuales, me avergüenza y entristece el no haberlas escuchado con la seriedad que merecían.
Cremarte y arrojar tus cenizas al mar! Vaya si la idea es original... contestaba yo.
Que ingenua fui al repetir tantas veces lo mismo sin contemplar jamás la posibilidad de que eso pudiese suceder a corto plazo...
Lamento tanto lo que hice... ahora no hay modo de remediar lo dicho pero finalmente queda todavía la oportunidad de cumplir tus intenciones...
Así lo haré, mañana temprano tomaré el vuelo hacia las costas y al amanecer me embarcaré en un bote.
Estoy rumbo a la costa y casi no puedo creer que sea yo quien está en esta situación. Traje lo estrictamente necesario para permanecer tan solo dos días y regresar a casa, regresar al encierro...
Son las 5:00 am y no imaginas el hermoso amanecer que mis ojos contemplan... jamás había visto un cielo tan despejado y a tantas gaviotas revoloteando juntas. En la lancha que estoy embarcada apenas viene el hombre que la maneja.. supongo que es el traje negro que llevo puesta, lo que ha causado que no articule ningún sonido después de su entusiasta "buenos días niña".
Te mentiría si te digo que eso tiene alguna importancia, en realidad nada lo tiene ya.
Estoy a pocos minutos de llegar hasta donde arrojar tus cenizas y, ahora lo único que interesa es vislumbrar lo que sigue después de esto.
¿Algún día volveré a verte? ¿Existe, en realidad, ese lugar de "reencuentros"?
Perdón si soy atrevida, pero no lo creo y, en vista de ello, además de arrojar lo único que me queda de ti, también he decido arrojar al mar lo poco que queda de mi...
Y EL HOMBRE QUE IBA EN LA LANCHA, SERÍA POR SU TRAJE NEGRO, TAMPOCO INTENTÓ SALVARLA.
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lunes, junio 13, 2005
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