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jueves, mayo 06, 2010

Féminité

El vivir en el tan llamado siglo XXI cuna de revoluciones y avances, ha hecho que las mujeres de esta generación se sientan llamadas a mantener su independencia, a valerse por mi mismas, a ser parte activa en la economía del hogar, creernos de lo más superadas, y demostrarlo yendo de vez en cuando a un happy hour en ladys night con un par de amigas para hablar mal de ustedes.

Dado el caso, creo que en la actualidad, ya no hay que hacer tanto esfuerzo para asumir ese nuevo rol como hace algunos, mi madre por ejemplo, preferiría tener el dinero suficiente para no trabajar y quedarse todo el día en casa con los quehaceres del hogar, que son 100% mas sacados la madre, mas agotadores y menos reconocidos.

Yo en contraste, disfruto limpiando una vez cada cuanto y me vuelvo loca si pienso en no tener un trabajo, no solo por el dinero, que obviamente es importantísimo para pagar esas copas con las amigas, sino porque la falta de oficina me puede quitar la razón.

Así que como decía, a unas nos viene saliendo cada vez más fácil eso de ser mujeres de esta época, tratando de no pasarnos del límite y no caer en un forzoso feminismo sin razón. Sin dejar de ser la damita que sonríe coqueta de lado y de deja abrir la puerta del auto. Preparar una cena para dos. Elegir una película rosa y engreírse en un sillón.

El haber empezado a trabajar temprano y el vivir sola me hizo darme cuenta que sólo me tengo a mí para lograr mis metas, que yo soy el único y mas importante elemento en forjar mi propio éxito y tener lo que quiero tener. Pero debo aceptar que me alivia el corazón cuando mi hombre me dice que deje que él se haga cargo de algunas responsabilidades, que lo deje en sus manos y que no me cargue yo sola con todo. Me hace liviana la carga y se siente muy lindo esa protección que me transmite, tranquilidad y confianza.

Son esas cosas de género supongo, instintos que no podemos dejar de lado sin importar el tiempo en que vivamos, cuanto hayamos evolucionado y que hayamos aprendido a andar en tacos de aguja de doce centímetros. Hay algunas cosas que no vamos a poder cambiar, como ese día en el mes en que todos nuestros pensamientos son más dramáticos, que los problemas me pesan el doble, que las angustias se hacen intensas y que solo queremos llorar sin saber por qué lloramos.

Las hormonas me alborotan un día al mes, doce días al año. Al mirar hacia atrás me doy cuenta que nunca es tan grave, pero los problemas son de la proporción del que los tiene, si a un niño de 3 años se le cae el helado ¡es el fin del mundo! y no me digas ni le trates de convencer que no lo es.

Lastimosamente no puedo darles el manual de manejo de estas situaciones, si nos ignoran es peor, si nos hablan cada frase encontraremos lo negativo, las críticas resultan inaceptables y la indiferencia es motivo de otro enojo. Supongo que es solo un pequeño costo que aceptar y sólo esperar que llegue el nuevo día y asumamos de nuevo el rol.

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